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El conjunto de obras y artistas seleccionados para esta exposición permite apreciar la variedad de papeles que desempeña el camuflaje en la creación actual: como idea, como motivo de inspiración, como patrón formal, como estrategia artística, como síntoma social, como método femenino, etc. Y en casi todas las obras o las series de esta exposición el camuflaje está presente de una manera explícita, no implícita ni meramente sugerida. Hemos querido que fuera evidente; en algunos casos, incluso a primera vista. Porque, en caso contrario, era todo el arte el que podría haber sido convocado aquí, ya que una de las más firmes convicciones (o dejémoslo en intuiciones) que nos mueven a proponer esta exposición es la continua intimidad entre arte y camuflaje, casi hasta la confusión de sus correspondientes naturalezas, funciones y roles. La noción de camuflaje, aplicada de una forma demasiado amplia, acabaría por abrazar demasiadas y muy heterogéneas propuestas, de modo que, en contra de lo deseado, podría acabar diluyéndose, es decir, camuflándose ella misma. A ese criterio de selección se ha añadido el de que el camuflaje se encuentre presente en la obra del artista en cuestión no de forma esporádica, sino permanente y fundamental. Que haya ocupado o esté ocupando un lugar privilegiado en una serie más amplia de ese artista, y, por lo tanto, que constituya uno de los intereses principales de la poética y el enfoque de su discurso. Son muchos los artistas actuales que han convertido el camuflaje en centro de su reflexión. Aquí proponemos tan solo una selección. A esos artistas los unen varios intereses, y, curiosamente, en casi todos hay una nota común, la ironía; cuando no un abierto sentido del humor. Y despliegan formas ricas y diferentes de entender esa noción o de recurrir a ella como estrategia: de un modo más literal o más conceptual, aprovechando sus connotaciones visuales o explorando sus posibilidades discursivas, utilizada como tal táctica o tomada como un objetivo, explotando sus potencialidades puramente estéticas, o jugando con su naturaleza eminentemente funcional, de un modo más lírico o de uno más político, etc.

La exposición sigue un itinerario marcado por distintas temáticas, que, lejos de funcionar de manera aislada, se entrecruzan. El visitante puede empezar por donde quiera y, si desea llegar hasta el final, se encontrará otra vez al principio, pues el recorrido es circular. No hay solución de continuidad entre las distintas secciones, se va accediendo a ellas paulatinamente, la fluidez preside los itinerarios de la exposición.

Por empezar en algún punto, señalemos el camuflaje como una forma de explorar el problema global de la identidad, el ansia de anonimato y la uniformización en un mundo globalizado y altamente vigilado bajo el pretexto de la seguridad. Para ello, algunos artistas ensayan simulaciones de todo tipo: es el caso de Morimura, con su asunción de papeles de personajes o imágenes de la historia del siglo XX, o de Sánchez Blanco, encargándose de las tareas propias de un guardaespaldas, o de Sonia La Mur, sinceramente «atrapada en la red»; así como de los papeles representados por Fantin, Antin, Viel, Mocellin y Ria Pacquée. Ésta última da muestras de una sorprendente mimetización con el entorno. Como se podrá apreciar, los camuflajes de tipo mimético son frecuentes en la obra de algunas mujeres, como en las de Woodman o Mariscal, en las que adquiere un matiz lírico y melancólico, o en las de otras que optan por un entorno doméstico: Lalla Essaydi, para referirse a la identidad femenina musulmana; Ángeles Agrela, de un modo más irónico subrayando el carácter homogéneo de la sociedad; y Gina Zacharias, que, en tono paródico, se pone en la piel de un ama de casa con bata, con un punto desolador. Y es asimismo el ámbito doméstico el que elige La Gamba para mostrar la fusión del individuo con los objetos de consumo. Lo que nos conduce a la estrategia de camuflaje como forma de inmiscuirse en la iconosfera, con la intención de deconstruir la versión mediática de la realidad, como ocurre en las propuestas de Laura Marte,

Manuel Cerda o Rogelio López Cuenca, que, además, ponen en evidencia su potencialidad política. La ciudad es el entorno con el que se funden preferentemente los personajes de las obras de Maider López, Duncan & Odell (éstas con una casiexasperante inmovilidad), Pietroiusti, Desiree Palmen y Liu Bolin. Y sus mimetismos se relacionan con las ideas de control y militarización de la sociedad, también sugeridas en las obras de Leo Fabrizio, Adonis Flores y Chema Cobo, así como con la estetización de la política, que es lo que se puede apreciar en Alfredo Jaar y Mateo Maté, cuyas propuestas se podrían situar a medio camino entre la dimensión política y la metaartística del camuflaje. Juan Luis Moraza ha ideado una danza que destierra del diseño militar sus instintos más guerreros. El descubrimiento del camuflaje como herramienta de investigación de la institución-arte está presente en el trabajo de Harvey Opgenorth, Carlos Miranda y José Ramón Amondarain; así como en el de Fontcuberta, quien en su operación de mimetismo y falsificación artística, desemboca en el problema de las simulaciones e identidades. En simulaciones y reflexiones en torno a la identidad se centran Morimura, Sánchez Blanco, Ria Pacquée, Sonia La Mur, es decir, los artistas que mencionábamos al inicio de este itinerario. Hemos vuelto al principio. El recorrido de Camuflajes es circular, aunque también podría verse como un laberinto. Eterno retorno laberinto, cada uno optará por perderse a su antojo.