Ignacio Tovar viene desarrollando una larga vida profesional que se inicia en los años setenta en Sevilla y que continúa, después de más de treinta años de recorrido, con FLAMENCO, denominación genérica de la serie que se inicia en 2004 y que sigue desarrollando aún.

Las pinturas que pueden verse en CANTE Y BAILE han sido realizadas en los últimos doce meses, existiendo algunas diferencias entre estas telas y las anteriores. En la presente muestra, el sentido de su pintura es más cerrado, uniforme y cristalizado que en series anteriores; hay más registros armónicos y las vibraciones que marcan los ritmos y dan coherencia al resultado final se perciben más controladas. Las líneas de movimiento que definen su pintura se presentan a priori con un cálculo mayor, consiguiendo el artista dejar poco margen para el azar. En series anteriores, se ... podían percibir más elementos imprevisibles y soluciones aleatorias que se iban planteando con el desarrollo de la propia pintura, cambios inesperados que servían para añadir tensiones o dar riqueza al diseño una vez definidas las corrientes primordiales que determinaban la composición.

Ahora la premeditación permite obtener más rendimiento del proceso conceptual ya que se elaboran con más antelación, y establecen un recorrido más prolongado que posibilita moldearlos mejor y con más tiempo. En sus obras recientes han desaparecido los característicos meandros de épocas anteriores y las sinuosidades se han conformado y definido de una manera menos tensa pero con mayor riqueza de color. El artista ha simplificado las formas pero ha establecido una complejidad de contenidos que han aumentado los valores cromáticos, enriqueciendo la pintura con una condensación llena de poso y profundidad. Ignacio Tovar es un artista poco preocupado de la apariencia, y que huye de los resultados decorativos; sus inquietudes tienen que ver más con el proceso y el estudio pausado de la pintura.

El título de la exposición, CANTE Y BAILE, es un abierto homenaje del artista a todo lo que representa el mundo del flamenco. Aunque sus obras no tienen nada que ver, aparentemente, con ese mundo y no encontraremos en la misma ningún valor simbólico o estético que pueda relacionarlos, sí existe el vínculo real entre la obra de Tovar y el mundo flamenco en la pasión que el artista siente por esta música andaluza, que no deja de ser un arte cargado de connotaciones, afectos y significados capaz de transmitir y despertar emociones profundas. Por primera vez desde que decidiera llamar a sus obras de mayor envergadura con nombres de cantaores, el artista utiliza como referente de sus obras a bailaores y bailaoras para denominar las cuatro piezas más significativas que pueden verse en esta exposición (Javier Barón, Matilde Coral, Milagros Mengíbar y Manuela Carrasco). Anteriormente y para designar estos cuadros el artista había recurrido a cantaores e incluso a un guitarrista.

Las obras medianas y pequeñas de esta exposición, toman sus títulos de versos de diferentes letras de cantes flamencos, sobre todo de soleares, por ser éstos los más pasionales, los que definen con más agudeza el amor y el desamor y los que de algún modo, al ser textos muy sentidos y padecidos, encierran mayor complejidad e ironía.