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'La artista tiene su estudio en lugar privilegiado. Un ático, junto a la muralla de San Carlos, en Cádiz. Una amplia cristalera se abre al mar. Desde allí arriba parece que se viajara en un buque. El mar de Noroeste se pierde en el horizonte infinito. El mar, cementerio y vivero. La luz diáfana y pura. Allá lejos, siempre, más allá, donde crecen los vientos y la mirada renueva sin descanso su pesquisa. La mirada total, aérea y submarina, donde el ojo no tiene descanso. Donde no hay descanso, pues todo es un fluir incansable. Las memorias y las algas, los pecios. El mar, el oro, el vino. Donde sin palabras, no hay silencio.

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La artista ha permanecido siempre fiel a esas visiones. El mar es el único tema de su obra. El mar y sus orillas, y los accidentes que las animan. Piedras, espuma, hierbas. Las piedras, las pequeñas maderas que la sal pule y el sol agrisa. Alguna edificación, un faro. Todo en silencio y solitario. No hay presencia humana. Nunca pintó la artista ni una fruta, ni un animal terrestre, ni un rostro. Pinta siempre el rostro del mar. Montañas y praderas marinas. Frutas marinas. Reflejos...

 

La artista repite 'sin cesar, empezando', nuevo, diferente y mismo, el mismo lejano e insondable misterio. El paisaje infinito, las olas, las variaciones de la luz...tal vez lo eterno sin tiempo....' Manuel Caballero en 'La mirada fiel'

 

 

 

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