Exposición en Madrid, España

Cartas de artistas en la colección de Anne-Marie Springer

Dónde:
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Paseo del Prado, 8 / Madrid, España
Cuándo:
30 may de 2022 - 25 sep de 2022
Inauguración:
30 may de 2022
Horario:
Lunes, de 12 a 16 horas; de martes a domingos, de 10 a 19 horas
Comisariada por:
Descripción de la Exposición
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta, por primera vez en España, una selección de cartas y postales escritas por pintores como Delacroix, Manet, Degas, Monet, Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Matisse, Juan Gris, Frida Kahlo o Lucian Freud, pertenecientes a la colección de Anne-Marie Springer, en diálogo con obras de estos y otros artistas de la colección permanente. Una original propuesta que permite acercarse a los autores de las cartas y a sus creaciones desde lo íntimo. La selección de cartas y postales se ha llevado a cabo respetando el criterio que dio origen a esta colección particular: la reunión de cartas de amor, pero en ellas encontramos también la expresión de ideas - que los pintores ilustran a veces con pequeños bocetos -, inseguridades, la defensa de su arte, la celebración de triunfos, detalles del proceso creativo de una obra, referencias a acontecimientos históricos y una gran variedad de sentimientos que nos ... acercan a la vida y personalidad de los artistas de una forma diferente. Merecen una mención especial las cartas escritas en tiempos de guerra por Egon Schiele, Fernand Léger, Gala o Max Pechstein, así como la felicidad, el consuelo y la curación que los autores encuentran en la contemplación y la práctica artística y que transmiten a través de su correspondencia. Desde los temas más cotidianos a las especulaciones estéticas y profesionales más profundas, estas cartas nos sumergen en la vida de los protagonistas de la historia del arte de los dos últimos siglos y resuenan en las obras del museo, propiciando un enriquecedor cruce de ideas, palabras, caligrafía y pintura que invita a mirar las obras de otra manera: “Me pregunta usted dónde está la felicidad en este mundo. Al cabo de muchas experiencias, he llegado a la convicción de que solo se encuentra en la satisfacción consigo mismo. (…) Por cierto, he encargado un culotte: es el mayor acontecimiento de la semana.” Eugène Delacroix a Joséphine de Forget, 16 de agosto de 1855 “El cuadro de usted, la vista de una iglesia de Ruán con cielo gris, está muy bien. Aún le falta algo de vida. Los verdes no son bastante luminosos.” Camille Pissarro a Paul Gauguin, mayo de 1885 “¡Oh! El bello sol de aquí en pleno verano. Te golpea la cabeza y no dudo de que uno acaba volviéndose chiflado. Pero, como ya lo estaba antes, no hago más que disfrutar de él.” Vincent van Gogh a Émile Bernard, hacia el 21 de agosto de 1888 “Cuando tenga el capital en mi bolsillo zarparé de nuevo para Oceanía (…) Absténgase de comentarios, que es inútil: no habrá nada que me impida marcharme, y lo haré para siempre. Qué vida más tonta, la europea.” Paul Gauguin a William Molard, septiembre de 1894 “Mañana martes por la mañana. Marguerite. Traiga un corpiño de satén.” Edgar Degas a Marguerite S., 8 de septiembre de 1894 “El Támesis era oro puro. Qué bonito ha sido, por Dios… Tanto que me he puesto a trabajar con frenesí, siguiendo el sol y sus reflejos en el agua.” Claude Monet a Alice Hoschedé, 3 de febrero de 1901 “Ayer domingo, por la mañana, trabajé en la alcazaba, pero no fue una buena mañana. En el bolsillo llevo un frasquito de tinta china que se abrió y me manchó mucho el chaleco, que por suerte era el de Old England. Luego el hombre al que puse en el cuadro sin decírselo ya no quiso posar, (…) y me impedirá seguir; lástima, porque el cuadro es muy bueno (…).” Henri Matisse a Amélie Matisse, octubre-noviembre de 1912 “Es muy bonito, Argonne con nieve, y aquí estoy bien protegido. Los obuses pasan sobre mi cabeza. (…) Es imprescindible que funcione mi chimenea. No quiero asfixiarme esta noche. Si abrevio la carta es por la chimenea. Me pican horrores los ojos, y ya no veo nada. Cuando recibas cartas largas podrás decir que la chimenea de tu gordo tira bien.” Fernand Léger a Jeanne Lohy, 24 de enero de 1915 “Me han destinado al Regimiento 75, al ‘servicio de vigilancia’. (…) Iré a la verja tan a menudo como pueda, allí donde nos dimos la mano por última vez. ¡Qué pena que no estés aquí!” Egon Schiele a Edith Schiele, 23 de junio de 1915 “No te pasees por los bosques, por ningún lado donde podrían matarte o hacerte prisionero por casualidad. Prométemelo.” Gala a Paul Éluard, 27 de noviembre de 1916 La colección de Anne-Marie Springer “Personalmente, siempre me han fascinado las cartas manuscritas, por su variedad, la belleza de las caligrafías y la expresividad de la escritura, que a menudo es una plasmación perfecta del mensaje que transmiten. Son objetos únicos, de múltiples facetas, y enormemente reveladores sobre el alma humana.” Anne-Marie Springer empezó a coleccionar cartas de amor en 1994, tras el nacimiento de su hija, y en la actualidad son ya más de dos mil las piezas que atesora en su colección. La más antigua data del siglo XV y la más reciente de los años 1970, ampliando con el tiempo el interés inicial por la correspondencia romántica hacia temas diversos como la historia, la literatura, los espectáculos, la música y todas las artes en general. La primera carta que llamó su atención fue una firmada por un joven Napoleón Bonaparte a su mujer Joséphine. En los últimos años, su interés se ha centrado en cartas de pintores, en las que destaca la coherencia que encuentra en ellas entre su arte y su pensamiento, o sugerentes correspondencias entre el estilo pictórico y la caligrafía, como en el caso de Egon Schiele. Cartas de amor “No estés triste – pinta y vive – Yo te adoro con toda mi vida” (Frida Kahlo a Diego Rivera, 31 de enero de 1948) El 10 de agosto de 1822, Théodore Géricault escribe a Madame Trouillard “su ausencia se me hace insoportable” (…) “pongo su regreso entre los más dulces deseos que pueda formular (…) tan dulces me parecen sus caricias.” Es la carta más antigua del conjunto reunido en esta exposición y se presenta junto a El beso (h.1816-1817), un gouache sobre papel del artista francés. Completan este primer grupo de piezas dedicado a la correspondencia romántica: una carta de Henri Rousseau a su amante Joséphine Nourry, de junio de 1899, acompañada de una postal que el artista dedicó a su hija Julia en 1906; una tarjeta postal que Egon Schiele escribe a Edith Harms desde su destino militar el 22 de junio de 1915, una semana después de contraer matrimonio con ella, con instrucciones para reencontrarse y una apretada caligrafía que evoca la forma de componer del pintor, como en Casas junto al río. La ciudad vieja (1914); una carta de Gala a Paul Éluard, fechada el 27 de noviembre de 1916, en la que le habla de libros, del miedo por su alistamiento en el ejército y de un vestido que se está haciendo, del que incluye un boceto y retales de las telas. Por último, algunas cartas de Frida Kahlo a Diego Rivera en las que aparecen diversos temas, como sus problemas de salud, la gestión de sus carreras artísticas y detalles sobre su tormentosa relación. Arte sanador “¿No te parezco rejuvenecido? No son las aguas, sino Rubens, el que ha obrado el milagro” (Delacroix a Charles Soulier, agosto de 1850) Son muchas las cartas en las que los artistas expresan sentimientos, ideas o experiencias en torno al poder sanador del arte. En agosto de 1850, Delacroix escribe a su amigo Charles Soulier desde la ciudad balneario de Bad Ems, hablándole del efecto rejuvenecedor de contemplar las obras de Rubens en Bélgica, mejor que el de las propias aguas termales. Fernand Léger, en su carta del 24 de enero de 1915, a pesar del clima bélico que le rodea, le habla a su amante Jeanne Lohy del bosque de Argonne en el que está movilizado, ensalzando su belleza, y dibuja en ella su “villa”, la galería subterránea en la que está refugiado; un boceto con un lenguaje similar al de El disco (1918), uno de sus primeros óleos tras la guerra. En medio de un Berlín en ruinas, en 1944, Max Pechstein escribe al joven historiador Wilhelm Soldan, que servía en una unidad de protección del arte, y comparte con él su deseo de volver a pintar y de poder hacerse con materiales para trabajar, tras describir los bombardeos que han destruido su taller; un escenario que contrasta con los idílicos lugares que le habían inspirado antes, como el de Verano en Nidden (1921) que se expone junto a la carta. El oficio de artista “Ayer trabajé en la morisca, que ya está terminada, diría. Tiene cosas buenas. Llevaba un vestido azul, pero se lo he puesto verde. Esta mañana veré si lo retoco o no.” (Henri Matisse a Amélie Matisse, 1912) Las cartas de Matisse a su mujer Amélie durante sus viajes a Marruecos, en los años 1912 y 1913, están llenas de imágenes abocetadas con las que el pintor intenta trasladarla a Tánger. Comenta en ellas desde temas domésticos o dolencias a compromisos con su galerista y anécdotas de su vida en Marruecos. Se exponen en la sala junto a la acuarela de Agust Macke Mujer en un diván (1914), uno de los pintores que seguirán los pasos de Matisse hasta Marruecos inspirados por sus motivos y su paleta. También Juan Gris relata en sus cartas a Josette los pormenores de su trabajo para los ballets de Diághilev, que le llevaron a Mónaco en el invierno de 1923-1924, así como detalles de su vida allí: “(…) cuando no dibujo voy a los ensayos o al teatro. Diághilev es encantador y Lariónov también, pero a lo bruto. Por la noche (…) vamos al baile del Café de Paris a ver bailar el shimmy. La verdad es que es muy bonito.” El idílico paisaje de la Costa Azul de la postal que Lucian Freud envía a su amiga y modelo Anne Fleming aparece transformado en el escenario de un trágico accidente por los dibujos del artista, sobre el que ironiza: “Es probable que sea la última foto que le hicieron vivo al ciclista!” y se despide: “Te he comprado una bufanda”. Breve historia íntima del impresionismo “He intentado en vano trabajar, pero acabamos cubiertos tan deprisa de nieve, yo, mi paleta y mi tela, que es imposible” (Claude Monet a Alice Hoschedé, marzo de 1895) La correspondencia con sus parejas, amigos, críticos de arte, o entre los propios pintores impresionistas, forma uno de los capítulos más completos de la exposición y permite trazar un breve e íntimo recorrido por la historia de este movimiento artístico. Entre ellas encontramos una carta de Édouard Manet a Claude Monet de finales de 1879, tras fallecer su primera mujer, Camille, con palabras de aliento y ofreciéndole ayuda con la venta de sus obras; o la del dramaturgo y crítico Octave Mirbeau, también a Monet, proponiéndole algunas excursiones a lugares que le habían inspirado y recordándole su pasión por la nieve para animarle a seguir trabajando. El propio Monet, desde Noruega, le escribe en 1895 a Alice, su segunda mujer, contándole las dificultades con las que se encuentra. También lo hace desde Londres, describiéndole sus paseos por la ciudad y las reuniones sociales a las que acude en compañía de John Singer Sargent. Durante sus viajes de trabajo, Camille Pissarro escribe igualmente a su mujer Julie con frecuencia, compartiendo su preocupación por sus hijos o pequeños triunfos como la venta de algún cuadro; cartas íntimas que el pintor le propone destruir antes de despedirse: “Te ruego rompas mis cartas, porque no quiero que por azar o negligencia pueda leerlas algún intruso.” En 1885, una extensa carta de Pissarro a Gauguin repasa las novedades sobre Monet, Degas, Guillaumin, el Salón anual y el acercamiento del grupo al gran público. A su vez, en 1894, Paul Gauguin anuncia desde Pont-Aven a su amigo el músico William Molard su segundo viaje a Tahití; y ya desde allí, en 1899, el pintor responde a una crítica de André Fontainas sobre sus obras, aparecida en el Mercure de France. Y el 21 de agosto de 1888, Vincent van Gogh escribe a Émile Bernard compartiendo su fascinación por la luz del sur de Francia, y le describe la escena de descargadores junto al río en la que está trabajando. Son algunos ejemplos de las 34 cartas reunidas en esta exposición, que se presenta en diversos espacios, extendiéndose desde la sala de exposiciones de la primera planta, de acceso gratuito, a las salas 19, 29, 31, 37, 39 y 42 de la colección permanente. También se expone un grabado de Gauguin en el que retrata a Stéphane Mallarmé y el certificado de matrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, igualmente pertenecientes a la colección de Anne-Marie Springer.

 

 

Entrada actualizada el el 22 abr de 2022

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