Coproducida por La Fábrica y la Fundación Barrié y comisariada por el fotógrafo Chema Conesa, la exposición 'Català-Roca. Maisulanak/Obras maestras' es el fruto de un ambicioso proyecto de investigación y de recuperación de la obra de un autor fundamental en la renovación de la fotografía de la década de los cincuenta del siglo pasado.

Se trata de un proyecto que pretende hacer una relectura de un autor simbólico. La exposición plantea un recorrido completo por su fotografía y por su vida, estableciendo paralelismos y líneas cruzadas entre sus circunstancias personales y su trabajo. Para ello, se ha realizado una profunda y exhaustiva labor de investigación e indagación sobre sus más de 200.000 negativos de diversos formatos y técnicas, depositados en el archivo del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

La muestra se articula en ... espacios diferentes que permiten hacer una relectura de la trayectoria global del fotógrafo. Las fotografías funcionan como verdaderos documentos históricos que incluyen paisajes urbanos, imágenes de sus gentes y retratos. La exposición reúne 150 fotografías en blanco y negro acompañadas por un vídeo documental de nueva realización que recorren de forma antológica la trayectoria del fotógrafo.

El fotógrafo

Francesc Català-Roca (Valls, Tarragona, 1922?Barcelona, 1998), uno de los grandes de la fotografía española y principal representante de la vanguardia fotográfica catalana, es autor imprescindible a la hora de entender el documentalismo en España. La calidad estética y documental de su obra ha conseguido traspasar fronteras. Impulsor de una nueva forma de entender la fotografía, se ha convertido en un maestro reconocido y admirado por toda una generación de fotógrafos que, como él, valoran una fotografía pura, alejada de cualquier tipo de manipulación.

Con tan solo 13 años se inició en la fotografía en el estudio de su padre, Pere Català Pic, otro de los representantes de la vanguardia fotográfica y cineasta. Abrió su propio estudio en 1947 dedicado principalmente al campo de la fotografía industrial y de la ilustración.

En 1953 realizó su primera exposición individual en la Sala Caralt de Barcelona, muestra que al año siguiente fue expuesta en la galería Nebli de Madrid y comenzó sus colaboraciones en revistas de la época, como el semanario Revista y Destino, y con el grupo de arquitectos Grup R. Su obra empezó a caracterizarse ya por ser reflejo de la vida cotidiana de la España de la posguerra, abarcando todo tipo de temas desde el paisaje natural y urbano, hasta el reportaje gráfico.

Entre sus méritos como fotógrafo se cuentan el premio 'Ciudad de Barcelona' y el premio Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura en 1983, concedido por primera vez a un fotógrafo.

Català-Roca es también el fotógrafo del pintor Joan Miró, al que fotografió a lo largo de los años y al que dedicó el documental que lleva por título: Miró 73. Toiles Brulées, 1973. Fue también amigo de Dalí y estuvo siempre atento a las vanguardias artísticas. Se dedicó también al cine, dirigiendo películas como La ciudad condal en otoño, Piedras vivas o Contorno.

La vida tal cual

Català-Roca miraba hacia todos los lados con una cámara entre sus manos e iba congelando la vida que fluía a su alrededor. Sus fotografías son imágenes lúdicas y severas, cálidas y silenciosas; poéticas y cercanas. Tenía una propensión a reflejar la vida tal cual, sin más enigmas que el pasar de los días, que el desconchón del tiempo, que a veces resultaba festivo, que por momentos era de un siniestro color de abismo.

Él mismo relató en numerosas ocasiones que no concebía la fotografía como una instantánea, sino que disparaba muy pocas veces porque de alguna manera la imagen ya estaba definida en su mente. Esto nos lleva a afirmar que detrás de cada fotografía de Català-Roca existe un pensamiento, una forma y una intención de mirar. Según sus propias palabras, una fotografía debía tener un marcado sentido narrativo, debía de 'explicar' de la misma manera que la escritura, aunque en un registro diferente. Cada una de sus fotografías descubre matices, cuenta una historia diferente, nos hace tomar conciencia.

Las fotografías de Català-Roca no son fruto de un acontecimiento fortuito. Su ojo, profundamente estético, demuestra un gran sentido y control de la forma y la composición. Es capaz de transformar las cosas más simples y cotidianas en imágenes contundentes y articuladas. Un mirar más allá del tópico, una mirada humanista y optimista, un sentido del humor que le hace único.

Su obra se ha convertido en un valioso y precioso testimonio de un tiempo pasado que hoy mantiene su misma frescura.