Del movimiento de los animales a la carrera o de las aves en pleno vuelo tenía que surgir un arte moderno, recogido por la intermediación de los grandes autores de las etapas clásicas tras un meticuloso estudio de la anatomía. Chiqui Díaz no se basa en las obras de los clásicos, ni tampoco en el arte primitivo, sino que crea un estilo, un arte peculiar, propio, que surje de su amor por la naturaleza, amor que le hace reproducir la más variada fauna, destacando los caballos en plena carrera, la perdiz roja de La Mancha, los flamencos anidando o reposando de su migración en las marismas del Guadalquivir o en el delta del Ebro, los toros, los ciervos, las faenas del campo abierto, con acoso y derribo de reses bravas, y un larguísimo etcétera. Todos ellos, temas sobre los que el escultor ha puesto las bases de ... un estupendo museo de la fauna más variada de las regiones españolas. Chiqui Díaz no es un primitivista, sino todo lo contrario, sus obras llegan a un máximo de perfección, finura y nobleza que le muestran como un escultor de la mejor sensibilidad.