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Las imágenes de Marina del Mar nos introducen en el mundo de la jet-set y nos llevan a un universo de comportamientos impostados y diferentes al de la sociedad común. Sin embargo Marina no se deja llevar por las intenciones más comunes y deplorables que se dan en la llamada prensa rosa: el halago cómplice y empachoso o la ridiculización e insulto más cruel. Imágenes que pretenden ser glamurosas o las que buscan el escarnio y el amarillismo. Pues bien, Marina con su ojo afilado entra en esos espacios y elige una actitud cabal, propia de una fotógrafa documentalista que está ahí para ver y ofrecernos la posibilidad de explorar esas situaciones. Marina nos ofrece unas imágenes que son como flechas certeras en una diana que no juzgan, sino que dejan que seamos los espectadores los que apreciemos el ... tono vital, las poses y aderezos que estas personas usan como signos de pertenencia a su tribu. En definitiva, Marina mira y ve, capta y nos deja a los demás que veamos lo que vemos y que necesariamente sonriamos.

Es cierto que hace ya décadas que la fotografía documental perdió su reinado en el papel para ir a la sala de exposiciones. Pero son contados los casos en la historia de la fotografía en los que se combine de forma tan eficaz las buenas imágenes con una visión irónica, satírica y corrosiva, de un tema tan manoseado, sin caer en la demagogia. Ustedes mismos.