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El vídeo es un arte basado en el tiempo.

Exige del público la disposición de su tiempo para ver la obra de principio a fin. Por otro lado, la creciente presencia de la tecnología en el contexto de la cultura visual contemporánea conlleva un aumento de la información reproducida mediante el uso de esta tecnología: imágenes en una cinta de vídeo, pantallas en ... un equipo de ordenador, sitios web en Internet, etc. El vídeo como tecnología, en general, con un sinnúmero de aplicaciones y también como base de un complejo discurso artístico, ha jugado un papel fundamental tanto en facilitar como en criticar la circulación de las imágenes de diferentes medios entre los mundos del arte, del espectáculo, la ciencia, los negocios, etc.

En este mundo tecnológico, el mundo cultural ha desarrollado una suerte de dependencia de la reproducción tecnológica y digital. Como consecuencia, toda posible distinción entre tecnología y cultura está empezando a desvanecerse.

Como el teórico del cine americano R.L. Rutsky escribió en el libro High-Techne (Alta tecnología): 'esta capacidad de la tecnología para reproducir información es la paradoja de la estética high-tech'. 1 Una idea de hightech que hoy no está conectada con la idea de funcionalidad, como fue entendida en los años 20 del siglo pasado sino, más bien, con su capacidad de reproducción. En las artes visuales, esta característica de las obras realizadas en soporte electrónico permite que estén ligadas a una renovación constante del lenguaje audiovisual, que hoy incorpora una serie de influencias, especialmente del cine, así como de otras invenciones de la tecnología como los ordenadores y/o el software de animación y edición.

¿Existe entonces una estética high-tech? La colección Pi Fernandino está centrada en el vídeo, aunque incluye también obras en otros soportes como la pintura y la fotografía. Apuesta por el vídeo en un contexto donde la innovación es primordial. Muchos artistas están experimentando constantemente, participando en macroproyectos que requieren una colaboración multidisciplinar, resultando en obras de mayor complejidad y con la progresiva incorporación de otras tecnologías, a la vez que se produce un cambio incesante en la naturaleza de la imagen. Actualmente, la tecnología visual constituye un dispositivo y un modus operandi que apunta en muchas direcciones: el encanto de la deformación de la visión, la demolición de perspectivas tradicionales y muchas de las representaciones enraizadas en el siglo XIX. No es de extrañar que la variedad de imaginación tecnológica estimule estrategias representativas poco familiares.

Coleccioniando el tiempo: obras en vídeo monocanal de la coleccion Pi Fernandino2, es una selección no tematica, sin intención de construir un discurso y dejando muchas puertas abiertas, no sólo para la interpretación sino también para complementar y ampliar significados. Coleccionado el tiempo, presenta imágenes y narrativas creadas por un grupo de artistas internacionales cuya manera de desarrollar sus prácticas artísticas atrajo la mirada de los coleccionistas.

Para Emilio Pi, una de las intenciones de la coleccion es recuperar obras de la historia de la imagen en movimiento, aunque la historia, como sabemos, queda muchas veces en el olvido. Un artista alemán representa en esta selección esta faceta de la colección: Klaus Von Buch con Dar Westen Lebt (1984).

En esta selección, no obstante, predominan las obras más contemporáneas.

Una de ellas es el vídeo Stay Golden Ponyboy (2009), del joven artista norteamericano Tommy Hartung, una de las últimas adquisiciones de Pi Fernandino. En apenas tres minutos, Hartung crea en su estudio un mundo hecho de objetos encontrados y construcciones que ganan vida a través de programas de animación. En el vídeo sigue su línea de investigación de la historia del cine como herramienta para la narración dramática y visual. En otras obras de la selección, como Look Again (2004) de Yang Fudong, la influencia del cine de Hollywood es evidente. En una entrevista hace un par de años, Fudong, hijo de un militar chino, dijo que había crecido en una casa cuartel y una de las pocas diversiones que tenían eran las secciones de viejas películas norteamericanas.

En sus 'vídeos-películas' de narrativas desconcertantes los personajes suelen ser pensativos, a veces maltratados o heridos, dañados psicológicamente.

La 'cinematización' del vídeo Al igual que en la década de los sesenta, cuando la introducción de la cámara portátil en el mercado revolucionó la forma en que los artistas hacían arte, a mediados de la década de los ochenta, la ubicuidad del vídeo popularizó la idea de la 'televisión personal', es decir, hacer su propia televisión. Diez años más tarde, otra innovación tecnológica transformó, una vez más, la práctica del arte: la cámara digital, que permitió al crítico estadounidense Michael Rush acuñar el término 'cinematización' del vídeo. Esta cinematization no se refiere exclusivamente a la calidad de la imagen o a las posibilidades de edición permitida por los equipos digitales. Obras como a las citadas anteriormente y otras como Dinner (2005) de Roger Welch son paradigmas de esta evolución tecnológica y narrativa: el lugar es más una idea que una representación y los efectos creados en una mesa de edición muestran otras posibilidades del vídeo contemporáneo y son, como las de Hartung, la evidencia de un nuevo lenguaje del vídeo. La inclusión de estas obras permite la comparación de cómo la estética del vídeo y de las obras digitales han evolucionado en estas dos décadas, no solo como una consecuencia de la propia renovación y evolución de la tecnología, sino también de la evolución de las formas de narrar.

Dejando al margen los retos que plantea el valor de la imagen en el espacio digital del siglo XXI, la colección Pi Fernandino no se obsesiona con estos términos. Su espíritu sólo anhela la agrupación de unas obras que dejan constancia del indudable peso que tiene hoy en día el arte audiovisual en la creación contemporánea.