Siempre entendí la pintura como un medio, como un instrumento para expresar cosas y por esto he utilizado diferentes caminos en mi trayectoria pictórica.
Los ortodoxos, dirían que pudiera ir en detrimento de un estilo personal reconocible, pero en mi caso la libertad de estilo es una herramienta polivalente que me permite una mayor libertad creativa y en este punto es donde reside mi identidad como artista, es donde me encuentro más cómodo y libre.
Pienso que la pintura es un lenguaje que instrumentaliza las realidades inherentes a un proyecto de vida y a sus circunstancias, pero sin el corsé que en ocasiones resulta acomodaticio.
En este caso, esta obra recién salida del horno ha brotado con la fuerza del vapor de una olla a presión, después de la Pandemia, durante la cual, en sus tiempos más duros, he sido incapaz de pintar, pero sí de pensar. La motivación principal en este caso,...ha sido poner el foco en la escenografía personal y urbana que habito, vestida con la fuerza y la poesía del color.
Ha sido como toda creación, un proceso mental apoyado en la libertad para decodificar la normalidad, para hacerla más amable, más atractiva, más positiva, entendiendo la caricia del color, como una buena medicina que nos devuelve el gusto por la vida y los detalles. Mi inspiración ha sido la inocencia del color entusiasta en los dibujos de los niños, para volver a recuperar la vida. Llenemos de color nuestra alma agrisada por tantos avatares, la música del color cura el alma además de ser una poderosa fuerza biológica y psicológica.
El daño sufrido irá cicatrizando o no, pero no olvidemos que el mundo sigue ahí y nos envuelve y nos abraza después del tsunami.
Como escribió Khalil Gibran: «Déjame, déjame sumergir el alma en los colores, déjame comerme la puesta de sol y beber el arco iris».
Luis Miguel Vaz-Romero Moreno
Cáceres, octubre 2021
Entrada actualizada el el 15 dic de 2021
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