Más que una exposición, la artista Imma Mengual [Dénia, 1962] lo define como un festín, que supone una mirada retrospectiva y una vuelta de tuerca más a la evolución creativa y la labor de storyteller escultórico en la que anda embarcada esta artista, diseñadora, investigadora y docente, cuya obra acaba ha sido expuesta en Leipzig (Alemania), La Habana (Cuba), Roma (Italia), Orán (Argelia), Valencia, Barcelona, Gerona, etc.
En esta ocasión Imma Mengual, se sirve de la analogía del hecho nutritivo, para deconstruir el microcosmos de la familia social, donde se dan entre otros, los rituales y modelos que, bajo la apariencia estética inmaculada, perpetúan modelos, reproducen esquemas y estereotipos más o menos camuflados. Piezas que cuentan historias que giran en torno al deseo de recordar y olvidar a un tiempo, desde una mesa, en una comida familiar. Historias en forma de cronología, como si fueran palabras en una frase que compone...una historia más grande. Como nos comenta la artista, “En mi casa como todas, lo bueno y lo malo, acontece alrededor de una mesa… o debajo”.
Y así, la artista se sumerge en una lucha interior que supone la línea física entre el espacio público y el privado cuyo resultado son creaciones en constante evolución y sobre diversos soportes como los huesos producto de comidas familiares que ella convierte en artefactos escultóricos, que comienza en una digestión y acaba en la callada y curiosa mirada del espectador. Unos huesos que la artista resignifica, despojándolos de toda carga negativa y magnificándolos hasta convertirlos en objetos sacralizados de signo contemplativo.
Imma muestra su atlas personal, sus mitologías individuales e incluso, vuelve a recurrir para conversar con “la sombra”, ese concepto arquetípico junguiano tan denso de contenido que nos relaciona con el inconsciente y los instintos, el lado oscuro, los impulsos creadores. Da comienzo el juego de las apariencias cuando Mengual construye artefactos a los que les incorpora una sombra artificial dibujada en lápiz de grafito sobre el lienzo que ahora sirve de mero soporte/peana, que se proyecta tanto hacia el pasado, como hacia el futuro y que se suma a la sombra que la propia iluminación de la sala aporta.
En el festín expositivo encontramos vigilantes, pequeñas piezas de malla metálica, contenedoras de huesos que en su blancura inmaculada, son retenidos en esas cajitas frágiles y cerradas, que poco a poco se van abriendo y descomponiendo, articulando escenas concretas que conversan, que nos hablan de límite, de espacios domésticos que caminan entre lo íntimo y privado, y lo público, que pretenden repensar los límites de las normas que nos acotan, condicionan y clasifican, aquello que no queremos.
Se trata de una propuesta comisariada por Lourdes Santamaría Blasco, crítica de arte, experta en la obra escultórica de Imma Mengual y docente en la Facultad de Bellas Artes. Universidad Miguel Hernández de Elche.
Entrada actualizada el el 10 may de 2023
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