Emilio González Sainz (Torrelavega, 1961), regresa a la galería Siboney con una nueva entrega de sus trabajos, con exquisita puntualidad, a los dos años de su celebrada muestra, El jinete celeste.
Esta nueva entrega de pinturas y alguna acuarela, agrupadas con un título “Como en los cielos”, que deja poco margen de duda, ya que es una absoluta declaración de principios de su vinculación a la creación artística y una cierta loa a un tipo de vida, que el artista ha elegido y al que está vinculado desde hace décadas, lo mismo que lo está hacia la actitud más comprometida y pareja a los grandes pintores del siglo XX que lograron desarrollar un lenguaje expresivo propio e identificable y que manteniendo una línea de trabajo muy coherente, sabe plasmar influencias muy diversas.
Se trata de una muestra de 21 obras recientes, realizadas en 2018 y alguna ella en 2019, mayormente paisajes, que...constituyen la que posiblemente es la exposición de EGS que presenta mayores novedades para el espectador. Sin duda el artista ha dado un paso adelante en estas obras, en las que propone el encuentro y la sorpresa, en las que hay una cierta renovación en su pintura, que está muy cerca de aquellas propuestas que conciben el arte como un juego de hallazgos y continuas sorpresas.
Emilio González Sainz, nos da muchas pistas en su breve texto de presentación para el programa de mano de esta muestra: “Una vez dije que pintaba para no tener que hablar. Ahora, además, digo que para no tener que pensar.
Digo que pintar y dormir son cosas muy parecidas; para dormir me pongo el pijama, me meto en la cama, cierro los ojos y poco a poco entro en el sueño.
Para pintar me pongo la ropa de pintar, me siento delante del lienzo, pintarrajeo un poco por aquí y por allá y voy entrando en el cuadro como quien entra por un espejo.
Pinto y no pienso ni hablo. Estoy dentro del cuadro y todo es luz y silencio.
Después me detengo, miro lo que he pintado y pienso mientras miro. Pienso en lo que he pintado. Pienso en lo que estoy mirando. Luego vuelvo a pintar y otra vez dejo de pensar. Y así.
Y así van saliendo estos cuadros. Son cuadros de la Tierra y del Cielo. Del Limbo. No sé de dónde. Pero lo que sé es que soy yo. Lo que sale en los cuadros soy yo. Siempre soy yo. No sé por qué lo sé pero lo sé. Y basta ya de hablar”.
Este texto inmediatamente se relaciona con lo que escribía Joan Miró en 1919, hace exactamente un siglo: “Yo pinto como si fuera andando por la calle. Recojo una perla o un mendrugo de pan; y eso es lo que doy, lo que recojo; cuando me coloco delante de un lienzo no sé nunca lo que voy a hacer; y yo soy el primer sorprendido de lo que sale”.
En estas obras recientes de EGS, la visión de la realidad se va transformando y se hace más personal. Comienza un proceso de descomposición de las formas, aunque conserva un afán detallista que recuerda a los pintores ingenuos, y conserva una precisión en sus pinceladas que le mantiene junto a los grandes paisajistas, pero esa sugerencia de algunos elementos con parte de los mismos solamente, o con una leve pincelada de su contorno, es como una cierta culminación de su fase y en la que está dando sus primeros pasos hacia lo que supone un lenguaje simbólico, que tendrá que convivir con otra de sus influencias, y asumir como los pintores surrealistas su afán por liberar el subconsciente.
Muy pocos pintores han lograron desarrollar un lenguaje expresivo propio e identificable como EGS, y eso se pone de manifiesto en estas obras recientes, en las que pese a la cantidad de novedades que acumula, pese a su evolución hacia un lenguaje artístico más simbolista, que convive con su formulaciones más teatrales y de naturaleza surrealista, en definitiva más poéticos, su personalidad pictórica es absolutamente reconocible y nos invita a redescubrir el entorno.
Imágenes de la Exposición
Emilio González Sainz — Cortesía de la Galería Siboney
Entrada actualizada el el 12 feb de 2019
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