Descripción de la Exposición
Josep Grau-Garriga (Sant Cugat del Vallès, 1929 - Angers, 2011) representa una de las prácticas más marginalizadas por las instituciones y la historia del arte reciente. Sus investigaciones en el ámbito textil y la recuperación a la que ahora están sujetas podrían ser el indicador de un interés que ha oscilado entre la reivindicación y el olvido, y ahora de nuevo, el redescubrimiento. La trayectoria de este artista, cuyo virtuosismo puede llegar a ser deslumbrante, es también el reflejo de lo que el sistema del arte ha considerado un objeto susceptible de ser valorizado o ignorado en función de lo que la historiadora del arte británica Griselda Pollock juzgó como el canon. Pollock se refería a prácticas culturales –como la que representaría Grau-Garriga– a menudo degradadas porque se las identifica erróneamente con lo doméstico, lo decorativo, lo funcional, lo asociado con las habilidades, "es decir, con todo aquello que la lógica patriarcal caracteriza negativamente como esencialmente femenino”.
A partir de 1957, Grau-Garriga emprende una rehabilitación de las técnicas textiles que liberarán el tapiz de la función suntuaria, y como dijo él mismo, "de la sumisión mimética a otras artes". A partir de su aprendizaje con Jean Lurçat, figura clave en el proceso de renovación del tapiz, y de su propia experiencia como director artístico de la Fábrica de Tapices Casa Aymat de Sant Cugat del Vallès, desde donde se gesta la Escola Catalana del Tapís, Grau-Garriga encabeza una de las transformaciones más radicales. Y lo hace apoyándose en unas prácticas hasta entonces relegadas como técnicas artesanales. La introducción de nuevos materiales ajenos a la tradición del tapiz, así como la autonomía del objeto resultante equipararon sus logros a los de la escultura postminimal preocupada por cuestiones como el material, la gravedad y la creciente importancia de la experiencia fenomenológica de la espectadora. Grau-Garriga había convertido el tapiz en el objeto que, dentro del sistema del arte de principios de los años 1970, podía revitalizar objetos no menos sospechosos de haber incurrido en una obsolescencia histórica como la escultura y la pintura. [...]
Así es como Grau-Garriga contamina los géneros de la pintura y el tapiz hasta convertirlos en objetos transicionales, eso es en prácticas que mantuvieron su valor en la medida que rechazaban categorías establecidas. En 1993, una fecha a todas luces avanzada en lo que se refiere a la carrera de Grau-Garriga, el filósofo José María Valverde se sorprendía de que las cuestiones taxonómicas aún representasen un problema a la hora de nombrar las obras de este artista. Desde la perspectiva de nuestros días, esa indefinición sería una ventaja. La obra de Grau-Garriga regresa con la fuerza de un proyecto que puede llegar a corregir nuestras ideas más arraigadas sobre lo que ha sido la historia reciente del arte.
Extracto del texto Josep Grau-Garriga. La pregunta de Valverde de Carles Guerra.
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