Una Geometría de Escombros
En 1886, el mismo año que se editó su célebre nouvelle, La muerte de Iván Illich, el conde León Nicolaievich Tolstoi publicó “¿Cuánta Tierra Necesita un Hombre?”, el que para Joyce fue el mejor cuento del autor ruso.
Con ese título, no es difícil imaginar de qué va la narración. El vegetariano y anarco-pacifista Tolstoi nunca daba puntada sin hilo. Como toda su literatura, la vigencia de este texto es contundente.
Adriana Arroyo viene desarrollando una obra, es decir, una pregunta, alrededor de la tierra, sus cambios, lo que surge de ella, lo que nos incumbe. Dándole una vuelta de tuerca a Geotropismo, su muestra de 2015 (galería KM, Berlín), Arroyo se adentra en nuestra relación dialéctica de posesión-impotencia con el paisaje. ¿En qué momento el paisaje se transforma en pertenencia (¿cuánta tierra necesita un hombre?)?, ¿Qué define, fuera de las convenciones legales, la posesión? ¿Qué es, en definitiva,...la apropiación?
Es conocido el mecanismo de quienes responden con preguntas. En cambio, Arroyo emplea la dirección más interesante: quienes preguntan a partir de una afirmación: las verjas son ornamento / las rejas son fragilidad.
Luego de fotografiarlas en 35mm y ampliar los negativos en alta definición digital (el proceso también dialéctico: química-digital), Arroyo combina las imágenes de laderas de volcanes de Costa Rica con las estructuras metálicas que dejaron de ser ornamentos. Y, de forma simbólica, coloca una geometría de escombros de materiales de construcción en el centro de la exposición. Subrayemos la contradicción: una geometría de escombros. En sus palabras, “el contraste entre cómo se forma el paisaje (volcanes/tectónica), cómo lo dividimos y alteramos (arquitectura de seguridad/segregación/estética particular de los portones/verjas) y cómo lo negociamos, utilizamos, amansamos (estructuras, mezclas de materiales para calles, vías,etc)”.
Hacia el final del cuento de Tolstoi, se adivina la tragedia inevitable de un protagonista que deseó, a un alto precio, lo que en realidad no necesitaba. La última frase es de un pragmatismo demoledor. El trabajo de Adriana Arroyo, por su lado, no pretende un dictamen, una resolución. Se mantiene en estado de pregunta. Una duda en construcción.
Entrada actualizada el el 11 jul de 2016
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