Miguel Soler, el diplomático rebelde, es a su vez, el transmisor, el receptor y el mensajero.

Lanza una única pregunta que utiliza como proyector de la verdad e Indicador de mentiras.

Cuestionar nuestro camino no es una tarea fácil, depende de muchos factores que no están disponibles a nosotros mismos y a veces son imposibles de explicar.

Una pregunta, que pretende ser una invitación a dejar su huella es siempre una forma de comunicación.

La cadena parece sencilla: alguien debe decirle algo a otro alguien y se lo hace llegar. Hoy en día, este medio es a menudo una tecnología compleja donde intereses políticos y económicos están en juego.

La información se transforma entonces en un suculento negocio en el que todos quieren participar.

A finales del siglo XX en un mundo globalizado: centenares de invitaciones de un mensaje a millones de destinatarios. La multiplicación de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, Internet...) no garantizan la correcta recepción de la información, sin embargo, si aceptan su propia manipulación, pero no podemos hacer nada para impedirlo, sería imponer un bloqueo en los propios pensamientos.

Desde finales del siglo XXI existe una proliferación de las redes sociales, que esta denominada Web, el resultado: millones de emisores y millones de mensajes.

Miguel Soler nos abre los ojos. Es necesario que nos lo hagan una vez más. Demasiado leed parpadeante ha terminado por confundirnos. Las voces llegan de todos lados y no sabemos desde dónde nos llaman la atención.

¿quien se beneficia?