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En el espacio entre las palabras hay que encontrar los límites naturales hacia la propia subjetividad. La soledad como una posible consecuencia de una pasión que impulsa a ampliar los limites de lo cotidiano. De esta manera se atraviesan tormentas interiores, tormentas inconscientes, siempre en busca del Yo. Pero si la razón se encuentra ausente, el gesto nos puede dotar de una fisonomía de inspiración animal, forzada en muchos casos por el entorno. La arquitectura de una amenaza puede crear una crisis en la experiencia individual, el riesgo de la no consciencia. El ámbito casi onírico de esta pieza intenta hacer reflexionar sobre el riesgo de perder la perspectiva de la razón en el movimiento perpetuo del tiempo. La violencia inmóvil en la que nos podemos perder. El alojamiento foto-escultórico de la figura humana, que parece empequeñecida en el vacío hace referencia a la pérdida de la propia entidad personal. Reflexiona sobre la amenaza. El naufragio de la razón.