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Esta exposición pretende poner de manifiesto la internacionalidad y modernidad de la pintura gallega en el período de cien años que abarca desde 1833 hasta 1936. A través de un exhaustivo análisis de los nombres propios más destacados de la plástica gallega, de los que ambas colecciones atesoran algunas de sus principales creaciones, el comisario de la muestra, José Manuel García Iglesias, establece paralelismos entre ellos y otros artistas de ámbito internacional. Además, se señala la aparición de un esquema realista para la pintura, el cual supone alejarse, a partir del segundo tercio del siglo xix, de los presupuestos románticos. En palabras del comisario, «si el romanticismo puso un especial énfasis en la imaginación, naciendo de ella un caudal importante de creatividad, con ... el paso del tiempo, y de diversas maneras, el arte va a procurar ser consecuente con la realidad, intentando, a partir de su análisis, lograr por diferentes vías su captación».

Por otra parte, es preciso destacar la importancia de contar en Galicia con una muestra en que se estudie pormenorizadamente un período creativo que, en muchas ocasiones, tan solo se empleó como preludio del período renovador posterior de la plástica gallega. Sin embargo, en este caso la atención se focaliza exclusivamente sobre los avances, las tendencias, los procedimientos y los modelos de unos pintores y pintoras que supieron guiar la creatividad gallega hacia nuevos caminos que facilitaban la conexión con los innovadores cánones artísticos que ya comenzaban a brotar en Europa en la segunda mitad del siglo xix. Jenaro Pérez Villaamil, Fernando Álvarez de Sotomayor, Dionisio Fierros o los miembros da denominada xeración doente están incluidos en esta selección representativa de un período precursor de la renovación pictórica en Galicia.

Con el propósito de facilitar el estudio de estas obras, José Manuel García Iglesias propone un discurso expositivo agrupado en función de la temática representada. «La tierra», «La gente» y «La vida» son los tres núcleos sobre los que se articula la muestra. En el primero de ellos están incluidas todas aquellas creaciones cuyo foco recae sobre el paisaje, ofreciendo al espectador tanto una visión idealizadora o con trazos impresionistas como una mirada mucho más realista que carece de huellas personalistas o intimistas. Las gentes de esta tierra son las protagonistas de la segunda sección, en que se estudia la forma en que los autores buscan representar sus modelos, por veces como individuos concretos y, en ocasiones, como paradigmáticos de un amplio grupo social. Por último, la vida es entendida por el comisario como el bloque temático dedicado a los ritos y tradiciones de una determinada sociedad. Así pues, las romerías o las labores diarias conforman el núcleo de las obras agrupadas en esta sección.