Belleza, sencillez y misterio, son algunas de las innumerables sensaciones que transmite la pintura de Manuel de las Casas en sus cuadros. Asomarse a ellos es como sentarse frente a una ventana que se abre a un mundo que atrapa por la limpieza de unos trazos que nos dibujan mujeres, en la mayoría de los casos, llenas de misterio, sosiego y paz. La ambigüedad de sus rostros, que se ocultan tímidos al abrigo de mantos, pañuelos o sombreros permite al espectador apropiarse de su anónima identidad y ver en ellos a la mujer amada, deseada, anhelada y siempre esperada. El éxito de sus pinturas se explica en la manera de interactuar que tiene este artista con el público al que le hace partícipe de su obra y le da la potestad de apropiarse de la identidad de sus personajes y de ubicar sus cálidos paisajes allí donde la imaginación ... quiera volar. Con todo ello, el espectador se recrea en un mundo lleno de luz al que poder escaparse, como quien huye de la rutina y se refugia en un sueño del que no quiere salir. Manuel de las Casas nos propone una vez más viajar por nuestros propios sueños a través de su obra.