Oh Lord! Have you felt the wrath of my laziness?
Richard Hell
El retorno a la costumbre y a las rutinas cotidianas nos confirma que, de nuevo, hay tiempo. Que éste, una vez de vuelta, acontece. Pero eso no esconde que el nuestro, en realidad, sigue sin pertenecernos pues se desmigaja en múltiples ocupaciones. Hacemos varias cosas a la vez. Lo rompemos. Se nos escurre entre las manos, diluyendo disponibilidad y descanso, obligaciones y coartadas. Pasa a través nuestro. Incluso más que antes.
Vivir así lleva a pensar, que quizás, más allá de casa, barrio, trabajo o ciudad, el verdadero lugar en el que habitamos no es otro que el tiempo. Uno en el que, además, estamos de prestado. Es en ese estrecho margen, entre lo inasible y lo equívoco, que el tiempo es material y espacio de trabajo. Algo así como lo que les sucede a los presos.
Estos dibujos son fruto de...esa circunstancia. Intentan dar cuenta, como pueden, de su discurrir, trazan el hipotético código de su funcionamiento. Son eco, patrón, pauta rítmica. La cadencia fabril de nuestra labor de operarios del tiempo y el dibujo. Es por ello que todo pasa en el espacio del papel y nada sucede más allá de sus bordes. Quedamos entonces, con poco margen para las metáforas. En un limbo en el que solo es posible trabajar así.
Es notorio lo complicado de manejar esta condición. Sospechamos que no puede hacerse otra cosa qué esto: insistencia, monotonía, repetición, copia, fragmentación. Garabatos y pasatiempos. Un diario de recurrencias. Aquí no hay tema, investigación ni proyecto. Hay alienación, ira y pereza.
En estas hojas queda la constancia. Dibujos de prisioneros intentando dar forma a lo que aparentemente no la tiene. Una promesa de fuga.
Gilda Mantilla y Raimond Chaves. Lima, febrero de 2023
Entrada actualizada el el 07 mar de 2023
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