Digo yo que dices tú; dices tú que digo yo… Aceptada o rechazada, negada o afirmada, puente tendido o pasarela alzada, lanza o adarga, en la diaria realidad de nuestro usarla avanza la palabra o retrocede; vacila, se oculta, se muestra, zigzaguea, se duda, se confirma, se exhibe desnuda y confiada o se disfraza, artera o aterrada, de sí propia por nuestra causa y culpa conversa o descreída, sinceramente dicha o fementida. Aquí directa, allá enredada, a nuestro arbitrio cruza y descruza sendas, caminos, niega o confirma su propia esencia, si antes portón, luego muralla, si ayer acceso, hoy ya barrera, ora sincera, ora impostora, tan pronto ansiada como rehusada, ya acogida, ya esquivada, al azar que nuestra voluntad le dicta – honesta o embustera - utilizada… Con la instalación que, inaugurando el año, nos traen a la galería, José Ángel García, Silvia Garrote y ... Arturo García Blanco nos introducen de lleno en el laberinto de contradicciones – medio de entendimiento pero también, paradójicamente, de confusión y descamino - que es no ya la misma palabra (en su propia precisión-imprecisión a la par gloriosa y manca) sino el empleo que de ella hacemos en tantas ocasiones, hurtándole su esencial función de comunicación y entendimiento y arrebatándole con ello la razón misma para la que en principio naciera. Dices tú que digo yo que dices lo que no dices; dices; digo… Bienvenidos en ella y con ella al quiero y no quiero de nuestro decir de cada día. Por cierto… ¿decíais?