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La exposición Diseño contra contaminación visual, pretende promover el estudio y la reflexión sobre las consecuencias de nuestra producción en la sociedad.

Las obras presentes en la sala forman parte igualmente de una publicación que además incluye una serie de colaboraciones de especialistas de diferentes sectores. Todos los diseñadores seleccionados son andaluces, aunque tengan sus estudios incluso fuera de España, o residentes en Andalucía. Se pretende con ello mostrar el potencial del diseño andaluz y promocionar su conocimiento entre la más alta cualificación del diseño internacional.

Los diferentes enfoques y orientaciones sobre la filosofía, la ética y la práctica del diseño siempre serán objetivos fundamentales de una asociación profesional. La difusión de conocimientos, que estén a la vanguardia de las necesidades de nuestra cultura, la promoción del debate, del diálogo y de las manifestaciones a favor de la armonía y el desarrollo de la capacidad de disfrutar del universo ... visual y artístico son objetivos en la dinámica de las instituciones competentes en la materia. Ambos intereses pretenden integrarse aquí en un planteamiento que se aleja de una simple exhibición y promoción de la capacidad creativa en la producción del diseñador. La temática aquí planteada persigue, por tanto, logros que hemos estimado más interesantes que la mera selección y exhibición de obras destacadas del diseño contemporáneo.

El primer paso para este objetivo sería poner de manifiesto un problema poco difundido, como tal, e intentar definirlo para luego construir una respuesta seleccionando diferentes obras significativas del diseño. Este tipo de contaminación afecta íntegramente a todo el ámbito del diseño: identidad visual corporativa, gráfica publicitaria, diseño gráfico en sus diferentes aplicaciones y soportes, diseño de producto, diseño arquitectónico y del entorno.

El amplio protagonismo, que puede llegar a tener el diseño en la vida diaria, hace que la conciencia del diseñador resulte fundamental para contribuir a la calidad de vida que supone la grata relación y convivencia con nuestro entorno. Sin embargo, a esa necesidad de respeto por lo que nos rodea, a que nuestro proyecto —visual o físico— debe adscribirse para evitar el rechazo estético, se une la necesidad de identificar claramente nuestro referente entre la acumulación de propuestas. Este último es el problema de la identidad corporativa actual, también en su faceta visual, y que evidentemente no puede resolverse por la fuerza, con estridencias o indiscriminados impactos visuales.

Precisamente entre esta densidad de estímulos visuales en que vivimos llegan a destacar, positivamente, propuestas serenas y cargadas de fuerza expresiva, desde la máxima sencillez y esquematización, lograda mediante una economía de recursos extremada y que prevé un espacio de protección mucho mayor del símbolo formulado. El resultado tiene un efecto de satisfacción y plenitud que acoge felizmente nuestra mirada y nuestra relación con el objeto o espacio creado, al mismo tiempo, para comunicar y seducir con su atractiva y limpia sencillez.

Podríamos llegar mucho más allá del respeto a nuestro entorno visual echando un vistazo a nuestro alrededor cotidiano. Observaremos entonces, cómo creaciones del diseño contemporáneo contribuyen, a menudo, a enriquecer la satisfacción y plenitud que nos produce el entorno. Comenzando por la misma valla que ilustra claramente la definición de los efectos de la contaminación visual, el Toro de Osborne es un componente fundamental en nuestro patrimonio visual, paisajístico, y a su vez de nuestro patrimonio simbólico y cultural. La cuidada selección del emplazamiento de cada toro negro y enorme, supervisada en su día junto a los propios directivos de la firma responsable, nunca ha interferido ante un paisaje de especial interés natural o monumental. Por el contrario, siempre se han instalado en un paisaje sin un protagonismo especial y en el que el toro ha revalorizado ampliamente su interés visual.

Es precisamente ahora, cumplidos los 50 años de la primera valla de Osborne, cuando desde la aad se ha proyectado la iniciativa como una gran ocasión para reflexionar profundamente —en el seno de la profesión— sobre esta consecuencia, a veces iniciada inconscientemente por el propio diseñador y llevada a los límites de catástrofe medioambiental por la indiscriminada e insaciable voracidad de algunos agentes —administradores de la publicidad o responsables de comunicación de las empresas— sin la más mínima sensibilidad. Otras veces, la falta de precisión legislativa o permisividad y dejación de velar por el cumplimiento de la Ley, por parte de las administraciones públicas competentes, son el motivo principal de esta vulnerabilidad de nuestro entorno. Esta exposición sería, por tanto, una manifestación pública de atención a este fenómeno.