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Estamos ante un desenlace: la pintura como documento de un trabajo que desborda el trabajo teórico-práctico propio de la pintura, para integrar otros campos: meditación, subjetividad, vivencias personales, compromiso social. Paisaje prestado(Shakkei) comienza en 2004, sigue y acaba con diferentes ciclos de Silencio peregrino, pasando por la inquisición de la belleza imperfecta, incompleta y efímera (Wabi-sabi). También por el camino: Nada termina, Alas prestadas o Rutas cartográficas. Los nombrados y otros proyectos estaban inscritos en unos mapas procesuales trazados con predeterminación, seguidos con rigor y rotos con libertad. El trabajo de Teresa Salcedo en los últimos diez años ha sido una espiral, a veces creciendo y abarcando grandes, enormes espacios físicos y temáticos, a veces decreciendo y concentrándose en pequeñas experiencias, en intensas condensaciones, en líneas de conclusión o en trazos de duda y vuelta a empezar. Tan ... claramente ha sido un largo trabajo encadenado que a las dos últimas exposiciones les puso por título: (...), el signo gráfico de continuación.

Shakkei, en japonés 'paisaje prestado', es un jardín que incorpora visualmente el paisaje de fondo como una prolongación del mismo. La persona que anda por este jardín, lo observa en primer plano y ve el paisaje natural al límite, sin poder precisar dónde termina uno y empieza el otro.

En las series de pinturas a las que Teresa Salcedo ha puesto este título vemos unas abstracciones que se transforman en paisajes. Grupos de pájaros se posan en árboles, cañales, ramas muertas; o vuelan. Aparecen pájaros solitarios, totalmente solos, algunos heridos o amenazados. Metafóricamente, los pájaros y los árboles o arbustos son los paisajes interiores, el jardín cercano. Las abstracciones hechas paisaje, los espacios sensibilizados por la pintura y el gesto, pueden ser el paisaje prestado, el paisaje capturado vivo, la respiración de la tierra, el fondo del fondo, la pintura - pintura. Ciertamente también lo podemos ver al revés: los seres vivos y la naturaleza en su contexto como paisaje apresado vivo en su dramatismo, prolongándose en la construcción cultural, en el jardín de la pintura que evoca tenebrismo, tristeza, belleza, libertad.

Ahora las más de 250 pinturas de pequeño formato exploran variaciones infinitas de miradas al paisaje conocido, al jardín privado y al paisaje interior. Los cardos, las rosas, los árboles, los pájaros posados en las ramas, los vuelos en los humedales, el mar, el rio, el pantano, las nubes, el cielo. En realidad esas formas reconocidas no son lo que imaginamos (recordemos a Magritte: 'esto no es una pipa'), son nada más que manchas, formas, color, transparencias, líneas, garabatos, oscuridad, luz, tinieblas y reflejos. Pintura y nada más que pintura.

Teresa Salcedo. Pintora. En la época medieval el oficio habría sido su apellido. Sin embargo siempre ha salido de la pintura sobre soporte de tela o papel para buscar otros formatos como libros, cajas, desplegables, instalaciones, fotografía, vídeo, escritura, etc. Siempre con alguna presencia esencial de pintura y siempre con camino de regreso a la pintura. En ocasiones la búsqueda en otros lenguajes ha sido para experimentar y abrir horizontes, otras para jugar con materiales y espacios, en las demás la acción ha tenido, tiene, un significado simbólico, como la caja de proyectos encerrados de la iglesia de Alquézar, la jaula para cuadros de Silencio peregrino en Zaragoza, los espejos circulares reflejando sin apenas luz la pintura propia y la de la bóveda en La Capella de Valls (Tarragona), o acciones clamando al silencio y la incomunicación, como en los cilindros de pinturas cosidas que podemos ver o sentir en la exposición actual. Peregrinos como las aves son los rollos de pinturas ensambladas, me recuerdan los equipajes de los nómadas. Todo reducido al mínimo volumen, todo guardado con celo, el patrimonio cuidadosamente seleccionado y protegido porque nada superfluo se puede transportar en la peligrosa travesía del desierto.