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En el mundo actual, convulsionado por profundas desigualdades sociales, económicas, culturales, religiosas..., el Arte funciona como un elemento homogeneizador, unificador, pacificador y como nexo de unión de conceptos de signo diametralmente opuesto. Se nos muestra, siempre, de manera directa y sincera sin prejuicios de ningún tipo, comunicando con nuestro espíritu más allá de consideraciones materialistas. El Arte es esencia en sí mismo, y todo el mundo tiene derecho a su disfrute. Esta es, con seguridad, su mayor grandeza.

Los artistas, en este sentido, son los audaces portadores de esa grandeza. Ellos, de manera arriesgada, ... nos muestran una parte de sí mismos, nos abren su corazón para que los demás opinemos y critiquemos sobre sus creaciones, sin tener en cuenta, en ocasiones, que estaremos opinando - y quizás trivializando - sobre cuestiones íntimas que reflejan profundos estados espirituales y metafísicos que el creador en su valentía decide dar a conocer y, como tales, deben ser respetadas, aplaudidas y apoyadas. Ahí radica la auténtica osadía de los artistas y su verdadero poder comunicativo.

Se da la circunstancia de que, en estas últimas décadas, el mundo del arte ha sufrido una profunda revolución por la aparición de nuevas técnicas y nuevos materiales que han desembocado en nuevas tendencias, nuevos conceptos y nuevas maneras de comunicar ese estado interior. Nuevas disciplinas se han unido a las ya clásicas (pintura, escultura y arquitectura), consolidándose como nuevos vehículos de expresión. Destacan el arte digital, el vídeo-arte, las perfomances artísticas, las instalaciones, el arte urbano y, por encima de todas ellas, la fotografía, que pese a tener más de un siglo de historia, ha renacido muy apoyada en las nuevas tecnologías.

Precisamente, la nueva exposición que se presenta en Hotel Estela Barcelona - Hotel del Arte de Sitges, ofrece un acercamiento al mundo de la fotografía actual, gracias al trabajo de dos fotógrafos con inquietudes y motivaciones diferentes: Carmelo Palomero y Fernando Alonso.

La exposición hace hincapié en las mencionadas divergencias de nuestro mundo actual. Bajo el título 'Dos objetivos enfocando dos mundos: La India y Nueva York', Palomero y Alonso nos transmiten su particular visión de dos realidades y de dos maneras de entender la vida completamente yuxtapuestas.

Carmelo Palomero nos muestra la crudeza de la vida en la India, sin embargo, esa crudeza queda retratada por su objetivo reflejando la dulzura de sus habitantes a través de sus rostros y de sus ojos. Palomero nos propone una mirada documentalista de la realidad social de la India, pero bajo una perspectiva humanista, en la que los protagonistas son los habitantes del país. Fotografías con la capacidad de hacer vibrar al observador, constatando la felicidad a través de la austeridad que se aprecia en las miradas de sus protagonistas. Después de ver las obras, uno tiene la certeza de que la felicidad total se obtiene gracias a la paz interior y para con nuestro prójimo, incluso en la peor de las adversidades. La muestra ofrecida es el fruto de muchos años de viajes por los cinco continentes, retratando la humanidad del mundo, a través de sus habitantes, pero, sobretodo, es el producto de la inquietud de Palomero y de la avidez de su objetivo.

Fernando Alonso nos traslada al polo opuesto: la meca del capitalismo más exacerbado, Nueva York. En este caso, el artista propone una visión artística de la 'gran manzana'. Alonso no pretende retratar la sociedad neoyorquina, o no de manera consciente, su vocación y formación artística le lleva a mostrarnos imágenes que sólo su ojo detectaría como dadas a ser consideradas arte. Alonso, ciertamente, consigue transmitirnos esa facilidad para ver arte donde nadie más repararía en él. Su trabajo está muy apoyado en ese concepto de que la fotografía es instantánea. Su fotografías reflejan esos breves segundos en que una situación existe, para dejar de hacerlo en el instante siguiente. Además, demostrando unos sólidos conocimientos plásticos, capta ese momento efímero, para perpetuarlo con su objetivo y elevarlo a la categoría de Arte. Realmente, su ojo es capaz de ver lo que no hay, y por encima de todo comunicarlo y favorecer la inmersión del observador en su fugaz mundo artístico.