DOSADOS nace de una conversación entre cuatro, del diálogo fluido y recurrente entre Medellín y Bogotá, dos artistas locales y dos residentes en la capital, de la reflexión sobre dos lugares: la Sala de Arte de Suramericana ideal para albergar obras de gran formato y a otra escala la del Centro Colombo Americano, una como metáfora de la plaza, del lugar de paso y encuentro, la otra del parque o del solar, espacios donde se realiza para muchos, parte de la vida; cuatro visiones sobre problemas contemporáneos, que los artistas nombran y señalan con espíritu crítico o reflexivo: corrupción, género y espiritualidad, recursos naturales/ecología y un ideal de desarrollo fallido reclaman su sitio en estas dos salas, para establecer una conversación, un encuentro entre sí y con los otros, o también un desencuentro entre diversos que conviven e interactúan.
Mientras hacía la fila para pagar en el supermercado, Jorge Julián Aristizábal...escuchó una historia que lo impactó, una de las mujeres que estaba atrás de él le decía a su amiga, “la crisis de Interbolsa me dejó en la ruina, a pesar de que estaban en descuento, no pude comprar las salchichas que deseaba”, las carencias ya eran su rutina. El artista que había adquirido hacía pocos días el aviso que coronaba el edificio de la comisionista de bolsa para desarrollar con él una obra, empezó a construir su proyecto con esa anécdota en mente y elaboró con el nombre de INTERBOLSA un acrónimo: LABERINTOS, para reflexionar sobre el fenómeno de la corrupción, pandemia que según datos de la Contraloría corroe al país al quitarle el 5% del PIB, el 15% del presupuesto nacional, y que afecta por sobornos y coimas el 18% de la contratación pública. El poder infinito de este mal y la voz de las víctimas que indefensas no encuentran quien las escuche, se intersectan en esta obra en la que la palabra LABERINTOS refleja la paradoja de los vericuetos de la justicia. Los embutidos evocan la serie interminable de víctimas atrapadas entre la estructura de los corruptos y el torpe andamiaje del estado. Jorge Julián Aristizábal emplea la ironía como una herramienta para desenmascarar el poder, como mecanismo de defensa y refugio del escepticismo, ella y el humor negro, sirven al artista para reflexionar sobre el derrumbe de la ética en la sociedad y reafirman que en los laberintos del poder habita la corrupción.
La mente, es una enorme pintura de Luz Lizarazo que cierra un ciclo, mientras que La piel, el bordado realizado sobre el mosquitero, indica el inicio de otro, son cara y revés del proceso de la artista y actúan como umbral y límite, como frontera entre el mundo físico y el espiritual, entre lo que se ve y lo que se intuye, entre el afuera y el adentro, son metáfora de la realidad y el sueño, de las sombras y la luz. Un afuera vacío y un adentro pleno de símbolos, energía, significados, intuiciones y preguntas. En La mente, que es el lugar en el que habita todo (las ideas, los temores y otros tópicos), la artista hace que converjan la fuerza, la energía interna y la simbología del género femenino con la de los animales. Dice Leonor Nazaré que en las obras de esta serie, “el animal de poder es un arquetipo, la manifestación simbólica de fuerzas interiores, que opera como guía o mentor: una energía, una forma que representa nuestra personalidad o nuestro comportamiento (espíritu, animal / tótem).” Es el ave la que une el cielo con la tierra, la que arrastra o deja, la que suelta y libera pesos, esa liviandad invita a búsquedas espirituales, a una mirada persistente hacia el interior, lo que le ha permitido entender a la artista que “en uno habita lo que se necesita para ser y hacer”. El mosquitero que aparece en la pintura como espacio y límite del sueño, se convierte en La piel en el soporte de la obra, él es a la vez reja, jaula y frontera entre afuera y adentro y sirve para que allí se escenifique la representación de lo femenino. La súper mujer provista de seis senos tipifica todas las abuelas, madres e hijas de la artista / mujer / madre / creadora y pro/creadora. Según la misma Lizarazo, “quienquiera que venga al mundo, ha de atravesar un río rojo. Rojo es el color de la vida y de la muerte, de la sangre de nuestras venas y de los ciclos de la mujer … es ese hilo rojo el que borda, corta, une, desune, anuda, enreda, trenza, teje, rasga y cose nuestra vida.” De esas sutiles capas visuales y mentales que se sobreponen y en las que anidan nuestras fuerzas telúricas está compuesta la estructura de estas obras.
A Miler Lagos siempre le han interesado las reflexiones ambientales y la naturaleza entendida como recurso y medio de conocimiento, sus obras nos obligan a reconsiderar las propiedades y la apariencia de la materia y del objeto, y la manera en cómo las acciones humanas transforman e instrumentalizan los recursos naturales para convertirlos en simple materia prima, es con estas y otras consideraciones con las que experimenta el artista para construir sus paradojas visuales en las que subvierte el sentido de los objetos. ”Casi siempre cuestiono la construcción de la realidad que hacemos a partir de la apariencia y de la forma de las cosas y que nos lleva a pasar por alto la constatación de la materialidad del objeto. Tenemos un conocimiento que nos dice que una columna es sólida, maciza, fría, resistente, o que una silla se hace a la altura de las piernas para reposar. No nos preocupa constatar siquiera si las sillas que vemos pueden soportar nuestro peso” declaraba el artista en 2006.
Fuentes, es una obra de 2015 compuesta por cuatro columnas, Lagos la elaboró a partir de una visión del chocolate caliente que al rodar por las torres en las que se bañan las fresas y las frutas en las celebraciones, se transforma en columnas de apariencia sólida, esa contradicción visual dió origen a estas obras, pero la fuente también alude a los recursos naturales, su origen y su eventual escasez, antes de la elección final de los materiales el artista exploró la elaboración de sus Fuentes con materiales como bronce, mármol y petróleo.
La extracción de estos y otros minerales ha deforestado grandes zonas alrededor del mundo. En Colombia, durante ese proceso han sido taladas y desechadas innumerables especies de árboles, entre ellas las de Carreto y Puy que el artista encontró, transformó y recuperó en el taller de un artesano. Las Fuentes de Lagos crecen en tamaño y se agigantan y al hacerlo acentúan la paradoja del líquido-sólido y de lo abstracto-figurativo, el artista hace también en esta obra un homenaje velado a Constantin Brancusi, el escultor que creó su Columna sin fin a partir de la repetición y abstracción geométrica de un módulo que recordaba las columnas que rodeaban las casas campesinas de su natal Rumania.
A pesar de su aparente simpleza, en Fuentes se evidencia la idea de que en la obra de Miler Lagos el diálogo entre los elementos conceptuales y plásticos es indisoluble.
Iván Hurtado es arquitecto, una de las preocupaciones de sus obras bi o tridimensionales es la memoria, bien sea la del conflicto político que ha vivido el país o la que a través de la violencia han sufrido el paisaje, las edificaciones, ciertos objetos y los individuos. En sus últimas obras este interés por la memoria lo ha llevado a reflexionar sobre las promesas que la arquitectura moderna a través de ideales positivistas y funcionales hizo a la sociedad acerca del futuro. Sobre el fracaso de este modelo teorizó el filósofo francés Henri Lefebvre, que proclamaba el derecho a la ciudad a través de la necesidad que tienen las sociedades de producir conscientemente su espacio, pues la industrialización y urbanización de ellas y su falta de sentido cuando crecen económicamente sin tener un desarrollo social paralelo las desnaturalizan e incluso provocan la ruina de la vida cotidiana al responder a lógicas comerciales y especulativas que ignoran las necesidades de sus habitantes, eso destruye el tejido social e imposibilita la socialización. Con el lenguaje, la tipología y los códigos visuales de la arquitectura, Hurtado construye sus obras, que cuestionan forma y función y que indagan acerca de los límites entre el arte y el diseño. La representación gráfica de la línea en los planos y el andamio son herramientas fundamentales en la construcción de las ciudades, el andamio configura en sí mismo un horizonte visual particular y su iteración recuerda la silueta de los rascacielos, con esos elementos expresivos y a partir de la repetición y disposición de un módulo el artista crea una línea de color que delinea y delimita el espacio, así construye este muro permeable, que es a la vez espacio de encuentro o de paso, objeto funcional o formal, límite o sendero, las banderas señalan el territorio y los elementos gráficos que las identifican tipifican aún más el fundamento geométrico sobre el que se construye esta reflexión sobre ese experimento fallido.
Es el diálogo de estos artistas y estas obras, no exento de conflictos, tensiones, apariencia e intereses opuestos el que dota de contenido a ambos espacios, DOSADOS es un ejercicio diverso e inclusivo en el que las obras, como la poética que sugiere el nombre, se adosan para construir una narrativa en la que cada una de ellas es un ente autónomo, que como en el mundo, convive con los demás para crear un ecosistema. Las salas de exposición del Colombo Americano y de SURA incluyen estas cuatro voces que desde la diversidad de sus proyectos articulan un utópico espacio (público) deliberativo, en el que lo colectivo se nutre de lo individual y viceversa
Entrada actualizada el el 21 feb de 2020
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