La alternancia del día y la noche es nuestro reloj primigenio, todo nuestro entorno y cuanto existe alrededor de él tiene un rostro diurno y otro nocturno. Es así que el ejercicio fotográfico de Enrico Gianfranchi anula la visión clásica del negativo. Su primer documento es una serie de retratos que despersonalizan el ser con la superposición de estudios anatómicos dentro del cuarto oscuro. Apunte que preserva por años; su carta auto destinada que manifiesta la cuestión sobre el origen que Nietzsche postuló: ¿Ha variado el grado de sensibilidad alguna vez? El artista responde con intervención directa al negativo y la memoria fotosensible de individuos retratados observa la emulsión removiéndose por incisiones análogas a la escarificación. El grado de sensibilidad sufre un cambio y reingresa al pasado, siendo el acto de un trazo estético que hace memoria para resarcir la erudición del origen. La proeza es lograr la quimera en una sola imagen.
Entrada actualizada el el 25 sep de 2015
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