Cuando se realiza una colección de obras de arte como la de la Universidad de Murcia, el resultado es obligatoriamente plural. Si bien las colecciones privadas o, incluso, las públicas que pertenecen a un museo con un perfil específico poseen una sensibilidad única, un gusto o un discurso histórico o lingüístico pre-determinado, las colecciones universitarias se nutren de las circunstancias, de las vivencias, de las relaciones, de los momentos, de las distintas personas que asumen generosamente la responsabilidad de guiar por un tiempo este pequeño barco que son los fondos artísticos universitarios -y cuando digo generosamente, créanme, que no por ánimo de lucro se mete uno o una en estos menesteres-. De ahí el ingente número de piezas de diferentes artistas, con distintos argumentos, estilos y motivaciones que conserva la UM y que son un reflejo del pasar de los años.
Todo este prólogo tiene que ver directamente con mi experiencia....Cuando se me brindó la oportunidad de introducirme en esa colección y de bucear en sus archivos me descubrí enfrascada en el estudio de una gran heterogeneidad. Tenía muy claro que resultaba imprescindible generar un argumento, un guión que aunara mi selección y que dicho guión no podía ser previo sino que me debía ser susurrado por las piezas, por su contacto y por su estudio. Intenté tejer distintas redes temáticas de piezas que debí desechar al mostrárseme descosidas e inservibles, fruto de tensar en exceso los puntos o conceptos. Sin embargo, pronto descubrí que Educere et educare ya existía, que permanecía latente en las aulas, despachos, vestíbulos y almacenes de la UMU - ya que nuestras colecciones las disfrutamos todos y todas en nuestro día a día- esperando a ser descubierta.
No hace falta anudar piezas en torno a un tema exógeno cuando ya muchas de ellas se entrelazan de forma natural. Así, poco a poco fui descubriendo obras que operaban como un conjunto, complementándose, dándose sentido, y que planteaban cuestiones relativas al concepto de educación. Un tema que, probablemente, se acogía por inercia cuando los distintos artistas eran invitados a realizar proyectos en los variados espacios que a lo largo de su trayectoria ha tenido la UM. Resulta de entrada inevitable pensar en la más importante labor social de nuestra institución junto a la investigación, la educación.
Educere et educare es el título de esta muestra que simplificando quizás demasiado podríamos traducir como conducir y educar. No hay duda de que se trata de un tema y debate oportunos para una universidad como la de Murcia que cumple hoy 100 años de trayectoria. A lo largo de ese tiempo, esta Universidad ha desarrollado un férreo compromiso con la educación de calidad de la que ineludiblemente forma parte el estudio y difusión de la cultura. Ello se vio acentuado, sobre todo, a partir de los años 80 mediante la creación de Aulas como la de Artes Plásticas, Cine, Teatro, Música, aulas a las que desde entonces se han venido sumando muchas otras. La UMU no sólo ha compartido conocimientos, favorecido el desarrollo del intelecto y la razón, y ayudado a interiorizar la cultura, sino que en ese ejercicio que defiende la educación como proceso permanente y fruto del esfuerzo colectivo, esta Universidad, permeable y abierta, se ha dejado educar por el tiempo y por una sociedad cambiante que nunca alcanza su versión definitiva. Y es que la Universidad pone en práctica la afirmación de Alfred Smith de que los males de la educación se arreglan con más educación, muestra de ello es su programa cultural del que forma parte la presente exposición.
Como en una actuación tautológica, esta exposición gira en torno a tres aspectos fundamentales de la educación, entendiendo esta como: proceso mental continuo; estructuración del pensamiento para el desarrollo de la capacidad crítica; y, finalmente, herramienta necesaria para participar en la vida social y cultural de forma responsable. Una educación en la que el docente más que enseñar, ayuda a aprender, más que construirse como una guía infalible, reflexiona y acompaña. Todas las obras que la componen se relacionan con estos tres ejes en mayor o menor medida y, como conjunto, operan a modo de ciclo ininterrumpido en el que las piezas interactúan entre sí. El recorrido de la exposición no exige comenzar ni finalizar por un aspecto en concreto de los tres señalados, ya que, como apuntábamos, todos se hallan interrelacionados sin predominio de uno sobre los demás, lo que facilita un recorrido personal, sin circuito.
Puesto que trata de educación, la exposición exige un sujeto, ese individuo que aprende, ese espectador cuya presencia y reflexión activan el sentido de la muestra. En ella apreciamos: El ser desde una perspectiva metafísica como apunta la pieza de Dis Berlín Cantos: Metafísica. Las distintas y continuas experiencias vitales que educan al ser humano están presentes en el mosaico fotográfico de Roberto Barbato Images from Borges. El continuo movimiento transformador al que se ve sometido el individuo mediante una educación que favorece el desarrollo de diversos procesos mentales tiene su reflejo en la obra de Mercedes Lara De la serie en movimiento.
Las nuevas y vivas arquitecturas cognitivas están plasmadas en el Libro de las mutaciones de Vicente Martínez Gadea. Ana Sánchez González (Reflexiones) cita a un gestor interrelacionador e intérprete de conocimientos que posibilita nuevas conclusiones. Pero a mayor conocimiento, mayor sed de conocimiento y mayor cuestionamiento de las cosas, capacidad crítica a la que se refiere Ramón González en Why? y que empuja a asumir compromisos y responsabilidades en el mundo que nos rodea como hacen 4 corners of thought y Cuadro colgante de Sergio Pallarés y José Antonio Moreno respectivamente. No debemos olvidar que la educación nos prepara para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación en la vida económica, social y cultural. Precisamente, en torno a esta última gira la serigrafía Sin Título de Juan Genovés, el decano de los artistas presentes, que protagonizó el cartel del Festival de Elche de teatro y música medieval en 1994 bajo el título Fiesta. La función socializadora de la educación ayuda a interiorizar conocimientos y valores que la sociedad espera de cada ciudadano. Esa actitud crítica y las responsabilidades sociales son protagonistas de la obra fotográfica de Pilar Almansa Valores, que, hallándose profundamente anclados en el ser, entroncan con el pensamiento de Dis Berlin cerrando así el círculo virtuoso de la educación.
Metafísica, empirismo, movimiento transformador, estructuras vivas, reflexión, crítica, compromiso, cultura, valores, he aquí el trabajo que a lo largo de un siglo la Universidad de Murcia ha acometido en su misión de conducir y educar a la sociedad.
Elena López Marín
Entrada actualizada el el 23 oct de 2015
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