Pablo Losa es un perfeccionista que domina como pocos la instantaneidad del paisaje. Sus cumbres y sus marinas reflejan todos los matices del color, de la luz, incluso de elementos intangibles como el viento, el salitre, la humedad, las nubes, el sol, los nocturnos.

El artista introduce al público en la naturaleza, con toda su carga de sensaciones y emociones. Se puede decir que, igual que Velázquez se empeñaba en pintar el aire de Madrid, Pablo Losa se empeña en darnos la carga lumínica, sensorial y espiritual de las islas.

En Canarias hay pocos como él, capaces de trasladar la bravura del mar, el estrépito del oleaje, las tonalidades de nuestras medianías. Más allá del mero dibujo, el pintor modula la luz, capta esos elementos intangibles y -como un verdadero panteísta llega a ... fundirse con el panorama que pinta.

Empezó por las cumbres, que son un elemento de elevación, de mirada mística, y descendió hasta el Atlántico, con su placidez y su vértigo, con su bonanza y su pelea en los acantilados. Pablo Losa es un clasicista, bebe en la mejor tradición de Turner, Gainsborough o Carlos de Haes, en el oficio de Carlos Morón.

Ama la naturaleza con un refinamiento y una depuración casi sublimes, hay en él esa pátina de encanto poético, melancolía y reflexión ante el paso del tiempo que ya existía en los pintores de Flandes, en los maestros del paisajismo holandés, en la devoción por la naturaleza del filósofo francés Rousseau.

Capta imágenes fugaces y las captura con especial sensibilidad, su obra pretende un detallismo que no linda con el hiperrealismo sino que es consecuencia de su perfeccionamiento estético.

Venido de Burgos, Losa es un pintor que ha sabido mirar como pocos en nuestro territorio. En 1977 se establece en la capital grancanaria, con 21 años, y aquí se le rompieron los esquemas por la pujanza de nuestra luz y el origen volcánico de nuestro suelo. Lo dijo Agustín Quevedo 'la exuberancia referencial -la nube, la perspectiva, el contraste armónico, etc.- es un factor dominante que hay que considerar en la plástica de Pablo Losa. (...)

De ahí que sus paisajes se aparten de mimetismos exóticos y tópicos y no caigan en lo descriptivo. Se aparta de lo estático y lo consigue' Consigue, pues, una pintura nítida, armoniosa, estilizada y efusiva en el claroscuro.

Para llegar a este oficio, el artista ha experimentado diversos modos de expresión. Ya en los 80 nos entregó su serie de catedrales, con atisbos surrealistas. En los cambios de orientación temática hay componentes que permanecen, así el tratamiento de la luz y de las sombras. Pinta el Nublo y el Bentaiga, barrancos, atardeceres, playas solitarias, incluso desnudos, retratos, bodegones, Las Canteras. Paloma Herrero señaló que sus marinas de El Confital y Las Coloradas tienen un dramatismo poético.

En su trabajo predomina una visión inmaterial de la vida, las emociones del interior de la conciencia, las voces del espíritu. El se adentra en la esencia de lo que contempla, por eso es un esteta que reconstruye con habilidad todo lo que en una primera mirada no conseguimos ver.

Así se contempla en esa catedral de Arucas incrustada en un magnífico nocturno. Jamás entra la figura humana en sus naturalezas, quizá como elemento acusador ante el destrozo que los humanos hemos introducido en el entorno. Refinamiento y depuración son dos notas inherentes a los cuadros de Losa. Su estilo es personal, y permite identificar cualquier obra suya con toda facilidad.

Este paisaje total, esta indagación en la tierra y el mar, en el color y en la composición, universaliza los paisajes de Canarias y los incorpora felizmente a otras nuevas visiones: esa isla de Santorini en Grecia, esas indagaciones por tierras peninsulares, esa placidez y esa lucha que es un reflejo de la propia vida.

Su obra figura en los fondos de importantes instituciones como la Fundación Caja de Burgos, ayuntamiento de Baracaldo en Euskadi, Museo de Colón en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, colección de arte del Gabinete Literario, Fundación Cajavital Kutxa en Vitoria y Colección de arte Dean Monroe en Washington y Nueva York.