-------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------

Una densa carga explosionó por accidente en el fondo monocromo y desnudo del espacio vacío, proyectando la metralla en constante expansión. Hoy las aeronaves surcan un cielo recortado por miles de fragmentos que colisionan unos con otros formando nuevos e inexplorados paisajes. Microexplosiones al ritmo de los disparos de mi recreativa matamarcianos.

Envueltas en la membrana de lo cosmético se presentan un conjunto de piezas de carácter experimental que tienen el collage como núcleo, donde abordo cuestiones relacionadas con la transformación y el despiece del lenguaje pictórico a través de la interacción de materiales extrapictóricos.

El sustrato brillante y luminoso de la tecnología audiovisual, como los Arcade, los videoclips, el software científico o el cine de animación… representan una fuente inagotable de estímulos que articulo con las estructuras propias de la tradición pictórica, ... la rotulación publicitaria, la imagen gráfica o el tuning. También los objetos, su fisicidad o color me sirven de ayuda, y como si de juguetes se tratara, los manipulo y reconstruyo creando relaciones que hablan de experimentos con lo improbable. Más tarde disecciono el material y reordeno las distintas capas, superficie sobre superficie.

Existe una deliberada intención simbólica y escenográfica en cada planteamiento, que me permite trazar un recorrido iconográfico fruto de mi interés por lo narrativo, desarrollando así un lenguaje abierto al “cambio argumental”, fundamental en mi proceso de trabajo.

Estas percepciones sugieren la forma y sustancia de mi trabajo.

La escultura-instalación propuesta en colaboración con Samuel Ortí surge a través de la cooperación y el diálogo con el fin de dinamizar el proceso creativo. Pintura y escultura convergen en el entorno cinético de su peculiar universo mecánico, a través de una mirada biomórfica y cosmética del mundo.

Este intercambio es la coartada para desarrollar un juego de construcción y ensamblaje, donde desplegamos diferentes planteamientos para desarrollar una morfología más compleja.

Recordamos entonces aquel pequeño autogiro tricolor como a punto de despegar de un tiovivo, posado en lo alto de la chatarra, envejeciendo sobre una inmensa montaña de coches de los años 80. Aquel desguace era literalmente un cementerio de osamentas mecánicas, y quizás fuese allí donde empezó todo.