La escena es universal en el mundo del arte, la conocemos en múltiples y diferentes secuencias estéticas a través de los tiempos, es aquella en la que un creador plástico observa a la/el modelo que posa estático/a en su estudio y trabaja en su obra, bien pintura, bien escultura, o bien fotografía. Son siempre escenas íntimas, que los que miramos apenas intuimos, están llenas de pasión, fervor, sudor, disciplina, realidad y deseo. La relación que mantienen artista y modelo sería siempre más cercana de la que suponemos y estaría repleta de complicidades e historias que no conocemos directamente y que debemos adivinar. Son siempre silenciosas escenas de interior en un espacio sellado.

Esta serie de pinturas de Manolo Belzunce nos lleva con el hilo mágico de la creación eterna a la obra clásica "Desnudo en el estudio" de Matisse (1899), que el admirado artista francés pintó cuando tenía 30 años y ... a otras tantas y voluptuosas escenas picassianas con las modelos en sus diferentes estudios. De aquella toma Belzunce el título de su serie, quizás en un sentido de homenaje o comunión de sentimientos y pequeñas debilidades comunes con ellos.

Este ciclo pictórico de Belzunce es el resultado de la experimentación constante del pintor a la búsqueda de series que le ayuden a expresar todos sus mundos internos. Es un ciclo de plasticidad y con una maravillosa gama cromática. Son pinturas de una exultante luminosidad, con toques fauvistas y expresionistas y con numerosos motivos vegetativos, frutales, objetuales, musicales y con una cierta tensión emocional y física entre él mismo y la modelo. ¿Fue así o así hubiera querido el pintor que fuera?

Es un ciclo muy personal.

Es un ciclo que vibra muy sentimental.

Es un ciclo con tanta sensualidad, tanta sexualidad.

Es un ciclo homenaje al poder expansivo de la modelo en la obra.

Es un ciclo con todo el erotismo belzunciano que amamos.

Es un ciclo cuyos secretos sólo conocen el pintor y la modelo.