Hernán Guiraud utiliza la geometría proyectiva como lenguaje para crear su obra, donde lo relevante es la mirada desde el punto de vista en que las líneas y superficies se proyectan. El espacio proyectivo se resuelve entonces en el encuentro de infinitos planos, destacando el autor particularmente el espacio interior que se crea como resultado de estas proyecciones. Ahí reside su búsqueda creativa.

Con el recurso de la luz sobre el metal negro o blanco Guiraud juega con los matices como representación de lo no-verbal: emociones, sensaciones y creencias en cada una de sus obras.

Utilizando la repetición de formas geométricas sobre una superficie plana, el artista explora la interrelación entre ellas, hasta encontrar una armonía de convergencia. El momento decisivo llega al pasar del plano a la tridimensión, observando detenidamente el espacio ... de integración que crea cada una de estas formas. Este espacio interior es la representación holográfica del encuentro de lo real, de lo verdadero entre los diferentes planos y le otorga significado a la obra del artista.

La obra de Guiraud es síntesis, puesto que propone la conjunción de dualidades, puntos de vistas diferentes que convergen.

Hernán Guiraud plasma la holografía del alma.