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La foto debió impactarle mucho. El semanal alemán "Die Zeit" publicó el 29 de septiembre de 1989 la instantánea de un felino congelado en su suplemento "Zeit magazin" y tan solo tres años más tarde, Bernd Klüser ya había organizado una exposición colectiva de veinte artistas internacionales bajo el título "El leopardo congelado".

La fotografía, de 1926, tomada a una altura de 5.000 metros cerca de la cima del Kilimanjaro, muestra a dos misioneras posando con un leopardo congelado para siempre en un gesto casi humano: sentado sobre sus dos patas traseras y con la garra delantera izquierda levantada como si de un saludo se tratara, roba ... el protagonismo a las dos mujeres que se inmortalizan junto a él.

Este felino no solo impresionó a Klüser. En 1936, Ernest Hemmingway publicó lo que iba a ser uno de sus relatos de mayor éxito, "Las nieves del Kilimanjaro": Harry, un escritor fracasado cae gravemente enfermo en la sabana africana. Delirando, repasa su vida, que no le ha deparado el éxito y la satisfacción deseada. En el cenit de sus alucinaciones cree que llega el avión de rescate que le llevará a la cima del Kilimanjaro, pero el equipo de auxilio no es más que el último vuelo de la imaginación de Harry antes de su muerte.

En su relato, Hemingway contrasta la calurosa y hostil sabana donde yace el escritor moribundo con las laderas blancas, frías e impecables del Kilimanjoro y en ese contexto alude también al leopardo congelado en el inicio de su narración: "El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve de 5.895 metros de altura, y dicen que es la más alta de África. Su nombre es, en masai, «Ngáje Ngái», «la Casa de Dios». Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qué estaba buscando el leopardo por aquellas alturas".

Probablemente, en alusión a las interpretaciones de la fi gura del leopardo en la obra de Hemingway, para Klüser el felino representa una serie de "términos ideales": libertad, coraje, muerte, visión, energía, dignidad, soledad, sufrimiento, verdad, orgullo, fracaso, sostén, pureza, forma. Y concluye: "Estos términos simbolizan la postura de un artista, que se enfrenta de manera existencial a las cuestiones elementales de la vida y que es capaz de encontrar una forma artística adecuada para su respuesta."

Para la exposición de 1992 y para el portfolio que aquí exponemos, Bernd Klüser invitó a veinte creadores internacionales -Georg Baselitz, Jan Fabre, Rebecca Horn, Mimmo Paladino, entre otros- que se asemejaban a este ideal de artista para que trataran de formular, a través de su obra, una pregunta de tan difícil respuesta como el concepto de su propia existencia. Artistas que, como indica Klüser, "no buscan el éxito rápido y asumir trabajos decorativos sin profundidad, sino artistas obligados a crear por una necesidad inmediata e innata, artistas que entienden el arte como una disciplina intelectual".