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Esta exposición está conformada por 99 fotografías de 80 x 120 cm, distribuidas a lo largo de la exposición en 45 parejas fotográficas y tres trípticos.

Estas agrupaciones responden a la voluntad de ofrecer al visitante, a través de la contraposición de imágenes y situaciones, una herramienta capaz de hacernos reflexionar sobre las contradicciones de nuestro mundo. En algunas contraposiciones se busca provocar al espectador, hacerlo partícipe de la denuncia que el autor propone colocando una anciana de Chechenia sentada ante su casa destruida por las bombas, al lado de un esquiador sentado disfrutando del paisaje de una estación de esquí suiza.

Otras contraposiciones pretenden hacernos ver como pese a las distancias físicas y culturales, no somos tan distintos y el último modelo de Ágatha Ruiz de la Prada no difiere tanto en colorido del vestido de una mujer de Malí.

La contraposición es en esta exposición un recurso que ofrecemos al visitante para que observe, analice y reflexione extrayendo sus propias conclusiones.

Las imágenes que conforman esta exposición provienen de todos los estratos sociales, de todas las etapas y acontecimientos de la vida de los hombres y mujeres que lo habitan. Con ellas no se busca lo insólito sino lo que puede tener de insólito una cosa normal cuando un factor externo nos obliga a reflexionar sobre ella, o cuando la confrontamos con otra análoga o contrapuesta. El resultado de esta operación nos sorprende por un lado y por su contrario. Unos grandes almacenes, con su acumulación de objetos variopintos y su muchedumbre de compradores frenéticos se parece mucho a una montaña de escombros y los parias que se afanan rebuscando allí su alimento. Las dos superabundancias son la misma y su contrario.