Como si se tratase de la mismísima Alicia, nuestra artista nos lleva al país de las maravillas. Un país que es, no lo dudemos, nuestra verdadera patria. Que es nuestro origen, nuestra morada y nuestro destino, pero que nosotros, a causa de nuestro egoísmo, de nuestros miedos, ignoramos.
Con elegancia y delicadeza, Marisa Royo se aplica a la tarea de hacernos visible su belleza. Pues es en verdad país de las maravillas éste que ella nos revela, ya que es la fábrica de las más extraordinarias formas, de los más increíbles colores.
Formas y colores que nosotros atribuimos a ese espíritu del que nos consideramos los únicos poseedores, pero que en realidad son obra de ese maravilloso misterio que mora en el seno de la naturaleza y que solo nos permite intuir la mirada del artista, que sabe contemplarla amándola.
Nada existe que no sea, de un modo u otro, fugaz; nada existe...que no esté en proceso de transformarse en otra cosa. De alguna manera todo es embrión, larva, crisálida. La culminación de la flor es polen que el insecto convierte en semilla. Mágica sinfonía genética. El misterio de la vida se deja intuir en lo pequeño.
El Viaje, Joaquín Lledó
Entrada actualizada el el 16 mar de 2021
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