Pintar un desnudo femenino no ha sido siempre fácil a lo largo de la historia del arte, ya que una multitud de trabas, fundamentalmente de orden moral y religioso, lo han impedido (recuérdese la sala reservada del Museo del Prado del siglo XIX, con acceso restringido, sólo para hombres).

Pienso que esta podría ser una de las razones por las que tantos artistas, a la hora de pintar un desnudo, le han puesto el nombre de Venus, diosa del amor en la mitología romana.

La 'Venus Dormida' de Giorgione, una verdadera revolución en su momento y punto de partida, según algunos, del arte moderno, va a ser, sin embargo, acabada por Tiziano, que después va a pintar su Venus, la 'Venus de Urbino'. Si interpretar una obra es darle una visión nueva, siempre con una buena dosis ... de ironía, está claro que en el momento actual han desaparecido las bucólicas campiñas, sustituidas por carreteras y edificios que han modificado el idílico paisaje.

Si Giorgione va a inspirar a Tiziano, este va a inspirar a Manet, que más de trescientos años después, en su obra 'Olympia', sigue fielmente las líneas compositivas de su antecesor. Sin embargo Manet ya no va a titular la obra como 'Venus de…' sino simplemente 'Olympia', el nombre de la prostituta que le sirvió de modelo.

En la reinterpretación que he hecho del cuadro de Manet, he querido remarcar la característica de prostituta de la modelo, cuestión conflictiva en su momento, haciéndola posar con unas medias negras de rejilla.

Lo que me va a seducir a la hora de pintar estos cuadros, va a ser el interés por el desnudo femenino, que durante siglos han tenido, y siguen teniendo, tantos artistas. El arte, creo yo, no deja de ser una continuidad en el tiempo y en la temática. Como si de una simbiosis se tratara, un artista se encadena a otro para continuar lo que este dejó inacabado, haciendo, de alguna manera, comunión con él.