La inquietud por el dibujo forma parte de él, desde que era un niño, como lo son sus gestos, su carácter o ese estado entre la realidad y el sueño en el que aún hoy en día se evade.

En su último proyecto Autostop habló de su viaje físico y emocional por Sur América. De ese viaje guardó un secreto que a llegado el momento de desvelar, se trata de su despertar en un insólito lugar en entre Miami y Madrid. Una isla con una peculiaridad. Vivió un mes en un espacio-tiempo vacío. Cuenta que vio salir el Sol 29 veces, pero cuando volvió seguía siendo el mismo día. Como si del Arca de Noé se tratase, en aquel lugar habitaba un animal de cada especie, asexual e inmortal. Animales vacíos todos ellos. No comían, no lo necesitaban, era prescindible ... cazar y nunca serían cazados. Una constante fauna de seres simbiontes.

En ese espacio, deducía, todos éramos vacíos, inmortales; dos sensaciones difíciles de asimilar. Mientras Jaume, como hace a diario, se dedicó en aquel lugar a analizar lo que le rodeaba, que en este caso no era mas que: Animales Vacíos.

Eran del mismo tamaño que el de los que ya conocemos. Todo guardaba las mismas proporciones. Aprendió a vivir con ellos, sin preocupaciones, sin necesidad de alimentarse. Como ellos. Vacío y lleno. Reflexionó sobre la existencia de un Dios o de un proceso evolutivo, científico, darwiniano. Una realidad paralela o la simplicidad de disfrutar de la liberta del vacío.

Al llegar a Barcelona, Jaume los encerró en un cajón. Nunca, hasta el momento, le contó nada a nadie. Ahora, dos años más tarde, tras el inútil y repetido intento de regresar allí, concluyó: 'si yo que ya he estado antes no puedo regresar, nadie podrá ir. De ser así, lo expongo, por si alguien ha oído hablar de aquel lugar y contacta conmigo'.