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La espuma, los puntos cardinales, la luz y la dilatación venosa han sido materias para su arte. La suya es una gramática de la fragilidad, y sus primeras obras fueron espacio de experimentación. Como Laberinto, una escultura participativa a escala humana con paredes de plástico amarillo transparente que se presentó en 1969 en el Centre Artistique de Verderonne, cerca de París, y que ahora recupera el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) en el interior de una de sus salas. Precisamente, la que da inicio a 'En el laberinto, Àngels Ribé 1969-1984', exposición que con casi setenta obras se centra en una de las artistas catalanas que más contribuyó a la renovación de las formas, materiales y gramáticas del arte de los setenta. El periodo indicado (1969-1984) es especialmente significativo, ya que corresponde al inicio de su actividad artística y a la consolidación de un lenguaje propio con continuidad hasta hoy día con distintos soportes y medios. Àngels Ribé, o A. Ribé (rúbrica bajo la que firmó muchas de sus primeras creaciones por considerar que ser mujer artista era entonces una desventaja), fue una de las artistas con más proyección internacional en aquella época, y su obra fue presentada junto a las de Vito Acconci, Gordon Matta-Clark, Hanna Wilke, Martha Wilson, Lawrence Weiner, Laurie Anderson i Krzysztof Wodiczko, entre otros. Muchas de sus intervenciones fueron efímeras, y en este sentido el MACBA ha reunido suficiente material fotográfico inédito como para documentar algunas de sus piezas. También ha recuperado obras que no se habían visto desde su primera presentación (hace ya más de treinta años, en algunos casos) y ha reconstruido otras, como es el caso de Laberinto. Esta exposición se enmarca en una de las líneas de trabajo del MACBA que pretende recuperar aspectos de la trayectoria de artistas relevantes de nuestro entorno, y que se centra en obras poco conocidas pero significativas en cuanto al conjunto del trabajo de dichos artistas y en relación con el desarrollo del arte contemporáneo en nuestro país, como ha sido el caso de Benet Rossell y Joan Rabascall.

Àngels Ribé se traslada en 1969 a París, donde empieza a desarrollar su interés por el arte, por cuestiones en torno a la forma, el volumen y la intervención en el espacio público. Laberinto, una pieza en plástico transparente de color amarillo, actúa como un objeto que ocupa el espacio, como una escultura participativa que explora lo corporal. Presentada originalmente con motivo de una celebración en el castillo de Verderonne en 1969, es esencial el aspecto interactivo y colectivo de la obra, que ofrece un recorrido sensorial que subvierte la opacidad habitual del laberinto. Ese mismo año presenta Acció al parc, en que emplaza en un parque una escultura realizada con un fragmento de tubo de conducción de aire para aviones. Por un lado, invita a la participación y a la manipulación, en este caso de los niños, que usan la instalación de forma lúdica; y por otro, la obra deja de ser un objeto único transformándose según dicho uso.

Pronto Ribé centrará su interés en la desenfatización del objeto mediante acciones en las que la inclusión de elementos y materiales en la naturaleza, el trabajo sobre el espacio, la presencia de su propio cuerpo o el del espectador como elementos narrativos y la integración de las formas geométricas constituyen parte fundamental de su discurso. En la década de los setenta la artista se traslada a Estados Unidos: primero viaja a Chicago y unos meses después se instala en Nueva York, donde vivirá algunos años. En ambas ciudades se relaciona con algunas de las galerías y espacios que estaban surgiendo en aquel momento como alternativa a unas políticas institucionales anacrónicas y que se convirtieron en impulsores de la actividad artística emergente. El trabajo de Àngels Ribé se caracteriza por la investigación del espacio como entorno, como recorrido o como medio. En el caso de Two Main Subjective Points on an Objective Trajectory (1975), una serie de fotografías muestra su recorrido diario de ida y vuelta a lo largo del puente de Williamsburg, en Nueva York, a partir de dos puntos subjetivos en un desplazamiento objetivo establecido por la artista.

El uso del propio cuerpo

La cuestión del espacio está estrechamente relacionada con la incorporación de la geometría en muchas de las obras de Ribé. Ya sea en el ámbito de la fotografía, de la instalación, del filme o de la performance, la relación con el espacio se establece fundamentalmente a través del propio cuerpo de la artista. En los distintos trabajos titulados 3 punts (realizados entre 1970 y 1973), o en el filme Triangle (1978), las formas geométricas son creadas mediante el cuerpo o el movimiento, al igual que el cuerpo podía transportar la luz en la acción Transport d'un raig de llum (1972). En el caso de Invisible Geometry 3 (1973), la simetría resulta del desplazamiento de la mirada a la izquierda y a la derecha, de modo que este movimiento crea un tipo de escultura geométrica.

Algunos de los trabajos de Àngels Ribé se caracterizan por el uso de materiales poco convencionales como la espuma, el agua, la luz y la sombra. En las piezas tituladas Escuma (1969), la artista juega con la descontextualización y sitúa acumulaciones de espuma en una pared o en medio del mar; y también juega a hacer perdurable lo efímero a través de la imagen fotográfica. Las tres fotografías Intersecció de llum, Intersecció de pluja e Intersecció d'onada (1969) muestran cómo inciden estos elementos en un entorno natural y su dependencia de factores aleatorios para hacer o no hacer visibles las interacciones. En otro caso, Light Interaction y Wind Interaction (1973), muestra la interferencia de dos fuentes de energía descontextualizadas: la luz de una bombilla y el aire de un ventilador, respectivamente, en un parque al aire libre.

También es importante el interés de la artista por el hallazgo fortuito de elementos y por lo efímero, así como su voluntad de potenciar las posibilidades narrativas del entorno. En su producción a menudo se observan referencias a elementos de carácter simbólico, tanto corpóreos como inmateriales. En 1979 llevó a cabo Ornamentació, una serie de diapositivas en color realizadas en Barcelona sobre formas ornamentales que configuran el imaginario de nuestro entorno urbano. En dichas imágenes, el hallazgo casual se combina con un repertorio de formas que componen una reflexión escultórica. Poco tiempo después repitió el proceso en Nueva York, aunque en esta ocasión lo hizo con fotografías en blanco y negro.

El ámbito de la performance y la instalación

Por otra parte, Ribé también aborda en esta época el ámbito de la performance y la instalación. En el caso de la performance, con la obra ya no se busca conferir entidad artística al objeto, sino que es la presencia tanto de la artista como del espectador lo que incorpora un factor de subjetividad en el desarrollo de una acción en un espacio y un tiempo delimitados. Se trata, por lo tanto, de desplazar la producción de sentido del objeto artístico a la experiencia, un proceso de desobjetualización del arte. Es un intento de entender la obra como algo no necesariamente perdurable, de traspasar la cualidad del objeto artístico a lo que no es material y negar su objetualidad. Sus performances se caracterizan por la contingencia, por la posibilidad de que algo suceda o no, por lo efímero. Cabe destacar las performances presentadas en la N.A.M.E. Gallery de Chicago y en la Vehicule Galerie de Montreal en 1974.

Estos trabajos le permitirán enriquecer matices y tratar el tema de la intervención del inconsciente y la subjetividad en la percepción, incorporar aspectos coyunturales y el análisis del contrasentido de la información, y también aspectos relacionados con su condición de mujer y su bagaje personal. Can't Go Home, de 1977, es una instalación que reflexiona sobre la dualidad, la posibilidad de hacer algo o no hacerlo. Contrapone el pasado y el futuro, la realidad y el mundo onírico, la memoria y el deseo. Ese mismo año Ribé llevó a cabo otra instalación, Amagueu les nines, que passen els lladres, que se presentó en la Galeria G de Barcelona. Nuevamente trataba de la necesidad de ruptura, de abrirse a otras realidades, de la esperanza, y lo confrontaba con lo que no se puede y no debe hacerse. La situación dual que Àngels Ribé planteaba en esas obras es reveladora de un imaginario personal, femenino, fragmentado y estigmatizado. Pero al mismo tiempo muestra un paralelismo con la situación política del país, que en aquellos momentos vivía un proceso de construcción del Estado que frágilmente intentaba articularse entre el lastre de la historia reciente y la posibilidad de un imaginario político distinto.

A principios de la década de los ochenta, Ribé trabaja desde una simbiosis de medios: la escultura como soporte de la pintura, como en el caso de Paisatge (1983), o la pintura escultórica de las rejas, en que la pintura se extiende más allá del soporte y cubre directamente la pared. La exposición también presenta una selección de dibujos inéditos ejecutados en 1984 donde el desgaste de la pintura a medida que el trazo se repite acentúa la sensación de pérdida y fragilidad tan frecuente en su obra, que rompe con algunos de los paradigmas de la modernidad que llevan implícitas la perdurabilidad y monumentalidad de la obra.