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La obra pictórica de Erlea Maneros destaca por su incisiva exploración de la ingente producción contemporánea de imágenes. A pesar de ser de carácter abstracto, su trabajo tiene como punto de partida la figuración y se desarrolla y conforma mediante la apropiación de documentos visuales que a través del proceso de trabajo son analizados y transformados por la artista hasta alejar la imagen de su contexto original. En el último estadio, ese tratamiento, ... articulado a través de diferentes estudios o versiones de una misma imagen, se traduce en una propuesta de pausa crítica frente al vertiginoso consumo visual al que estamos sometidos. Su obra reclama del espectador un tipo de lectura más reflexiva, un detenimiento que entraña esfuerzo.

Maneros apuesta por un acercamiento conceptual realizado desde una doble perspectiva: por un lado, el estudio minucioso de los mecanismos de representación de la imagen; por otro, un compromiso con el propio medio, analizando el procedimiento pictórico utilizado en cada caso. Mediante el primero busca establecer conexiones significativas con los momentos de crisis que han permitido el avance de la pintura rompiendo con las convenciones del momento; esto se evidencia sobre todo en el tipo de análisis deconstructivo practicado por la artista sobre conceptos comunes en la historia de la pintura como son la expresividad, lo bello y lo sublime u otros relacionados con la autoría y la serialidad. De forma paralela, el empleo riguroso de técnicas pictóricas clásicas -como la trama numérica que servía para copiar fielmente una imagen, o incluso el empleo de tecnologías obsoletas como la cianográfica- nos hace reconsiderar la reproducción mecánica de la imagen como factor de desmitificación de la genialidad del gesto pictórico. En sus series Maneros reactualiza, en definitiva, estas cuestiones y lo hace yendo a la contra de cualquier conformidad en el modo de entender la dimensión no sólo estética sino también política de la pintura.

La nueva serie de trabajos que Erlea Maneros presenta en el Gabinete Abstracto de rekalde toma como punto de partida una imagen específica: un cuadro del pintor estadounidense Charles Willson Peale, retratista contemporáneo de los personajes y acontecimientos políticos de la guerra de independencia norteamericana, en el que el artista se retrata en actitud de presentar su propia colección de obras y curiosidades, las mismas sobre las que fundó el primer museo de titularidad privada del país. Con esa referencia visual, utilizada en los diversos elementos de la exposición -dibujos, fotografías y cianografías-, nuestra artista invita a entrar en su imaginario conceptual y a la vez a realizar una aproximación crítica a nociones tales como lo sublime y lo monumental o la belleza y lo artificial en el sistema político-cultural de hoy.