La muestra cuenta con 33 collages de pequeño formato, que es el lenguaje en el que la fotoartista madrileña, Esther Soto, trabaja en la actualidad, tras seis años de recorrido creativo y cinco exposiciones.
En esta exposición la fascinación por la capacidad evocadora del material mismo de la obra (papeles viejos, fragmentos de mapas, fotografías antiguas) se conjuga con un gusto por la contención expresiva con el objetivo de buscar los límites de lo propio y resaltar la latencia omnipresente de lo extraño.
La manifestación de lo desconocido en el corazón mismo de lo que creemos familiar puede manifestarse de modos muy diversos: cómico, terrorífico o compasivo. Todos estos modos aparecen en una obra cuya unidad es inmediatamente perceptible en la diversidad de la intención específica de cada obra.
Es una misma visión la que puede mostrar la comicidad o el dolor, la inquietud o el misterio de la imagen que se construye...en cada obra desde los restos de otras, como síntesis, delirante o gozosa, en la que lo que brota trae consigo algo de la destrucción de lo que la hizo posible. El humor, el dolor o el temor son aquí figuras de la extrañeza en un peculiar sentido surreal. El encuentro de la máquina de coser y el paraguas sobre una mesa de operaciones es, desde la perspectiva del mundo que brota de esta obra, un suceso ordinario. Si el desplazamiento constructivo del sentido puede considerarse una característica implícita del collage, la presente muestra de Esther Soto es testimonio, inusitadamente original, de la enorme multiplicidad de registros que este recurso pone a disposición del creador.
Gonzalo del Puerto, gestor cultural
Entrada actualizada el el 05 sep de 2017
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