-------------------------------------------------------

-------------------------------------------------------

Comencé este trabajo en el año 2009 y el tema empezó siendo el de la guerra. En paralelo, existía el objetivo de retomar la pintura, no como género en sí, sino como práctica manual. Sin mediaciones de máquinas, ordenadores, cámaras y toda la parafernalia de trasvase e intercambio de plataformas a que obliga la imagen digital. Necesitaba de la inmediatez del 'do it yourself' o del 'hand made', si se prefiere. Necesitaba humanizarme y pensé que así podría hacerlo. No voy a negar la lucha que he debido mantener con mis voces interiores de especialista en fotografía, de conocedora de los presupuestos del arte contemporáneo, de investigadora en cuestiones de género, para poder realizar solamente esto. Hacer con el único objetivo de tratar un tema real y recrearme en una materialidad que planteaba ciertos retos de control sobre un azar siempre tentador. Escribo ... yo misma esta reseña porque no he tenido tiempo de pedírselo a nadie, aún siendo para mi más fácil hablar del trabajo de otros artistas que de el mío propio. Porque hablar de uno mismo es pretencioso y lo mejor para no caer en tan cursi instinto, lo más recomendable, es salirse por la tangente. Y, en esta exposición, la tangente es la línea más precisa que podría dibujarse. Trazar tal línea con palabras sobre este trabajo sería decir 'desolación' y, al hacerlo, ver el campo de batalla después de la contienda y no verlo, pensar en las personas en algún lugar fuera del encuadre y no verlas tampoco. Buscar en las guerras pasadas y descubrir que todas sus imágenes son bellas, dignas de ser colocadas en la portada de tu muro en Facebook y obtener la aceptación general del 'Me gusta', sentirse propietaria de la imagen por un instante y perder su significado. Pero me parece más diametral que tangente esta línea. Una tangente la trazaría mejor hablar de la técnica en sí y eludir cualquier metáfora. Estas imágenes están hechas con tinta china negra sobre papel blanco de algodón 100% de 300 gramos sin textura. Se verá que no hay un estilo. Me he movido a placer entre la copia literal y el azar y desde ellos he pasado a la representación expresiva aprovechando el conocimiento de las dos anteriores y, por un instante, he creído verme reflejada. Pero enseguida he vuelto a desaparecer en la vorágine del azar. Un desvarío en el exceso de la potencia de las formas apareciendo en el papel mojado al diseminar la tinta. Una derrota verlas desaparecer con la misma facilidad; correr a por agua intentando recrear el tiempo y dejarlo pasar. Volver a mirar y mover el papel, absorber el exceso de líquido con el pincel. Dejarlo secar y ver la maravilla. ¿Soy solamente yo quien lo ve? ¿No es esto un bosque en llamas? ¿Será esto una metáfora? ¿o es una metonimia? Poco importa, nada de todo lo visto está ya en estos dibujos.

Isabel Garnelo Díez, septiembre 2012