Exposición en Madrid, España

Fantin-Latour 1836-1904

Dónde:
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Paseo del Prado, 8 / Madrid, España
Cuándo:
29 sep de 2009 - 10 ene de 2010
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición
El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid presenta en otoño Fantin-Latour 1836-1904, la primera gran exposición monográfica que se dedica en España al pintor francés, organizada en colaboración con la Fundaçao Calouste Gulbenkian de Lisboa donde puede verse a lo largo del verano. La muestra ofrece una amplia selección de su obra formada por 70 piezas, entre pinturas, dibujos y grabados, procedentes de museos e instituciones de todo el mundo. Siguiendo la cronología de su producción a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, la exposición muestra algunas de sus obras más destacadas que van desde retratos colectivos, de familiares o amigos, a interiores con figuras y naturalezas muertas de vocación realista, pasando por alegorías y fantasías musicales.

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Discípulo de Courbet durante una breve temporada, compañero de Whistler y amigo de Monet y Degas, Henri Fantin-Latour (Grenoble, 1836 - Buré 1904) ocupa un lugar difícil ... de encajar en la historia de la pintura francesa de la segunda mitad del siglo XIX. Sus retratos de grupo, concebidos casi como manifiestos, harían pensar en un ferviente defensor de la renovación pictórica; sus bodegones, en un realista; y sus escenas mitológicas y alegóricas, en un hombre cercano al simbolismo academicista. Su producción pictórica coincidió con el nacimiento y desarrollo del impresionismo, pero se negó a exponer en la primera muestra del grupo y no llegó nunca a participar en este movimiento como miembro activo, aún compartiendo con ellos muchas de sus aspiraciones estéticas.

 

Quizás por todo ello, la obra de Fantin-Latour ha sido menos estudiada y celebrada que la de sus colegas impresionistas y apenas se le han dedicado grandes exposiciones en las últimas décadas. Esta retrospectiva, la primera que se exhibe en la Península Ibérica, busca reivindicar y difundir la figura y la obra de este autor francés, cuya producción artística ha podido quedar injustamente eclipsada y no ha logrado pasar a la historia del arte como uno de los grandes pioneros de la modernidad. Su ilustre contemporáneo, el escritor Émile Zola, dijo que sus lienzos 'no provocan una atracción inmediata; es necesario observarlos detenidamente, introducirse en ellos para que su conciencia y la sencillez de su verdad nos atraigan completamente y nos atrapen'.

 

Éste es el objetivo de la exposición, tratar de hacerle justicia y descubrir al público no sólo a un pintor exquisito, sobrio y elegante, sino también a un artista de gran calidad, lleno de matices y de una profunda sensibilidad. A ello responde igualmente la ambiciosa selección de obras realizada por Vincent Pomarède, conservador del Museo del Louvre y comisario de la exposición, que se presentan con un doble criterio cronológico y temático a lo largo de diez capítulos:

 

1. Por sí mismo

 

Los autorretratos ocupan, sobre todo, los primeros años de la actividad de Fantin-Latour, constituyendo una práctica constante entre 1854 y 1861. Este ejercicio introspectivo, que recuerda a otros artistas como Rembrandt o Durero, dio lugar a unas 50 obras, entre pinturas, dibujos y grabados, que muestran la profunda investigación sobre la expresión de emociones que realizó el artista a partir de su propia imagen.

 

2. ¡Al Louvre!

 

La actividad de Fantin-Latour como copista estuvo motivada no sólo por una necesidad de subsistencia en los inicios de su carrera, sino que, como le ocurrió a otros pintores de su generación como Manet o Degas, también se reveló como un motivo preferencial de estudio, de interpretación y de creación. La presencia del artista llegó a ser casi cotidiana en el Museo del Louvre, donde ejecutó encargos de copias de grandes maestros, entre los que destacan Tiziano, Veronese, Rubens y Delacroix, su 'maestro espiritual'.

 

3. Retratos íntimos

 

En estos retratos, muchas veces femeninos, se respira silencio, contención o melancolía y se presenta un espacio de intimidad entre el pintor y el modelo. Estos lienzos incluyen los de su círculo familiar, como sus hermanas Marie y Nathalie, a las que representa con frecuencia, y los de algunas figuras célebres, como su amigo Manet, al que retrata con la sobriedad que le es característica cuando no está sujeto a los imperativos impuestos por obras de encargo.

 

4. Rosas blancas y ramas de azucenas

 

La representación de flores es un motivo que acompaña toda la obra de Fantin-Latour y podría decirse que es el género que mejor dominó. Especialmente aplaudido en Inglaterra, se caracteriza por la elaboración de composiciones equilibradas, elegantes y disciplinadas, construidas a través de una meticulosa asociación de formas y de colores. Esta dedicación casi exclusiva estuvo motivada en gran medida por razones comerciales, ya que, a partir de un determinado momento, dedicaba todos los veranos a pintar cuadros de flores que su marchante inglesa, Ruth Edwards, pasaba a recoger en octubre. Sin embargo, nunca se dejó arrastrar totalmente por los imperativos comerciales.

 

5. Estudios y lecturas

 

Estos retratos íntimos, que transmiten misterio y complicidad, se convierten en verdaderas escenas de género herederas de la austera tradición holandesa del Seiscientos. Son obras formalmente realistas, casi fotográficas, pero detrás de su aparente orden, esconden un inesperado desorden representado en la actitud de sus protagonistas, absortos y ensimismados, que parecen ocultar un misterio. Son, de alguna forma, sugestiones de sentimientos.

 

6. Las reuniones de amigos

 

Fantin-Latour fue autor de algunos de los más notables retratos colectivos de la historia de la pintura, retomando, a finales del siglo XIX, una lección de Rembrandt y de Frans Hals. Buena muestra de ello es el gran lienzo Un rincón de mesa, cedido por el Musée d'Orsay de Paris y una de las cuatro grandes composiciones realizadas por el pintor como celebración de la pintura, la literatura y la música, y que son verdaderos manifiestos artísticos.

 

7. La música del futuro

 

Henri Fantin-Latour amaba la música casi tanto como la pintura. Lejos de suponer una competencia castradora, esta pasión enriqueció constantemente sus fuentes de inspiración pictórica, estableciendo una íntima relación entre ambas artes, imbuida aún de sentimientos románticos pero que ya anunciaba sus convicciones simbólicas. Estas 'adaptaciones' musicales en pintura constituían el único tema pictórico susceptible de hacerle abandonar temporalmente los temas realistas para dedicarse a la creación de universos imaginarios, poéticos y totalmente originales. Schumann, Brahms, Berlioz y, sobre todo, Richard Wagner alimentaron esa inspiración.

 

8. Austeros y elegantes retratos de amigos

 

Si durante las dos primeras décadas de su carrera Fantin-Latour estudió su propia imagen y la de sus allegados, los retratos de las décadas siguientes muestran una nueva perspectiva más distante y de mayor maestría. En esta nueva etapa se encuentran los lienzos que reflejan a personajes de su círculo de amigos, entre los que se hallan los más conseguidos, aquellos en los que mejor sobresale su incomparable calidad de figuración realista. El Retrato de Mr. y Mrs. Edwards (1875), gran difusor de su obra en Inglaterra, fue el primero en recibir públicos elogios durante su presentación y, junto a otros retratos de la década de 1880, como el de su cuñada Charlotte Dubourg y su amigo Léon Maître, se cuenta entre sus obras maestras.

 

9. Simbolismos

 

La obra de Fantin-Latour, inicialmente deudora del romanticismo, más tarde asociada al realismo y a los 'pintores de la vida moderna', conoce, a partir de 1880, una aproximación a los primeros defensores del simbolismo. Al regresar a los 'temas de imaginación' al final de su carrera, el pintor retomó su objetivo de contribuir a la 'pintura del futuro', reivindicando, también él, a través de obras motivadas por temas religiosos, mitológicos y alegorías puras, la primacía del sueño en el arte.

 

10. Últimos ramos

 

Las últimas representaciones de flores de Fantin-Latour, producidas a partir de 1876 en la casa de su mujer Victoria, en Buré, en la región francesa de Orne, se caracterizan por un distanciamiento de los modelos más elaborados de su juventud, influenciados por la pintura holandesa del siglo XVII. En estos últimos ramos, que representan en su mayoría variedades tradicionales de rosas, resulta evidente su preocupación por la simplicidad de la composición y el recogimiento, algo que también refleja su propio temperamento contemplativo.

 

 
Imágenes de la Exposición
Henri Fantin-Latour, Cabeza de niña, 1870

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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