El madrileño Federico Eguía trae a Catarsis sus coloridas composiciones pictóricas en el mes primaveral por excelencia.

Si echamos un vistazo al dilatado currículum artístico de Federico Eguía observamos, entre premios, exposiciones individuales y colectivas e instituciones y empresas poseedoras de creaciones suyas, que su producción se debate entre pintura y escultura. No en vano Eguía es un artista polifacético al que le gusta experimentar nuevas técnicas y lenguajes artísticos.

Podemos decir que la exposición del mes de abril en Catarsis es una exposición de “pintura”. ¿Por qué entrecomillar una palabra tan común en castellano? Pues porque aunque la obra de Eguía está realizada con los pigmentos y el soporte típico de una pintura, no sólo es esto, sino que va más allá. Sus lienzos, recubiertos con manchas abstractas de color, van acompañados ... también de otros materiales distintos a la pintura, como fotografías, trozos de cartón o madera y recortes de periódicos, lo que confiere a sus obras texturas muy diversas. Y es que Eguía emplea con frecuencia varias técnicas artísticas en sus “pinturas”, ya sean dibujos camuflados entre el brillo del óleo o collages.

Continuando con la palabra “pintura”, entramos de lleno en el campo de la “literatura”. Ambas artes están, en el caso de Federico Eguía, íntimamente relacionadas, en una simbiosis casi permanente. Sus obras contienen textos directamente pintados sobre el lienzo, algunos de creación propia, otros propios de los grandes clásicos, que se mezclan con las manchas de color y crean un universo de significados que el espectador ha de descifrar. Si el texto explica el sentido de la pintura o viceversa, es algo que el propio Eguía deja abierto para que cada uno teorice con ayuda de su imaginación.