"Fuera de mi territorio" presenta el trabajo de 12 fotógrafos que a lo largo de su carrera han salido de sus países para llevar a cabo un proyecto, produciéndose por tanto un desplazamiento a un territorio ajeno, que impone nuevas narrativas y significados que quedan reflejados en su obra.
Desde el inicio la fotografía ha estado vinculada al viaje, el eterno anhelo del fotógrafo. El anhelado viaje, unido en muchas ocasiones a la aventura, hace que el fotógrafo busque con tesón sus fuentes de inspiración en territorios lejanos, encontrándose de lleno con nuevas culturas, nuevos paisajes y nuevos seres.
Todos estos autores han realizado el trabajo que se proyecta desde fuera de su territorio, siendo la mayoría de ellos españoles a excepción de Matías Costa (Argentina) que realiza su proyecto en nuestro país y aquí se queda residiendo.
Pero el viaje que inician estos fotógrafos tiene diferentes propósitos e intenciones, algunos nos muestran...un aspecto poético y nostálgico de los trayectos infinitos en automóvil por Estados Unidos, como Jerónimo Álvarez, en una especie de diario de ruta repleto de instantes memorables de un viaje tanto geográfico como imaginario. Parecido al periplo de José Manuel Navia realiza por Portugal, en un principio, y por algunos otros rincones de la tierra siguiendo las huellas de portugueses fuera de su territorio.
Juan Manuel Ballester o Ángel Marcos, por el contrario, nos presentan un paisaje más aséptico, centrado más en el carácter arquitectónico de los países que retratan, ya que sus fotografías están desprovistas a menudo de toda figura humana. A Ballester le interesan los grandes espacios, al igual que a Ángel Marcos, con la diferencia de que en este último hay un mayor acercamiento a la ciudad a través de la huella que en ella dejan sus habitantes.
Otros fotógrafos también se interesarán por el paisaje tanto natural como urbano, pero en este caso intentando plasmar contextos en los que la pérdida y la ausencia han quedado anquilosadas detrás de una apariencia de normalidad, como vemos en los paisajes de Normandía de Eduardo Nave o en las imágenes de la ciudad de Tokio de Antonio Olazabal.
En un grupo diferente encontramos a los autores que utiliza su obra para crear narrativas sobre las costumbres de diversos grupos sociales que parecen estar excluidos pero que reflejan una realidad diferente, ajena a la de las grandes urbes. Aparentemente, estas imágenes podrían ser consideradas como el registro de una investigación antropológica y social.
En este bloque podríamos englobar el trabajo de Matías Costa con los marineros rusos que quedaron anclados en Las Palmas de Gran Canaria tras la desaparición de la Unión soviética; los menonitas paraguayos de Nueva Durango que retrata Miguel Bergasa a lo largo de 23 años; el reflejo que nos muestra Sandra Balsells de la religiosidad en Sicilia, a través de sus fotografía en blanco y negro donde vemos la explicita religiosidad de los habitantes de la isla a través de llamativos gestos de devoción; la fotografía natural, sencilla de José Ramón Bas de niños que viven en desiertos, islas, playas infinitas y alejados del materialismo del hemisferio norte, imágenes manipuladas con mensajes escritos que dialogan con la imagen.
Y por último, una parte fundamental del viaje son las personas que se cruzan en el camino, habitantes de esos lugares que se recorren y se captan a través de un objetivo, parejas de cierta edad bailando que no han dejado de vivir la vida plenamente y cuya estrecha relación fotografía Ana Galán en EE.UU., Filipinas y Finlandia. O los jóvenes protagonistas de las imágenes de Miguel Trillo, a través de los cuales reflexiona sobre los cambios acontecidos en las culturas urbanas en la primera mitad de esta segunda década del siglo XXI, en países como EE.UU., Vietnam o Marruecos.
Entrada actualizada el el 17 jun de 2015
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