Gabriel Chaile propone la Genealogía de la forma como un poema colectivo en construcción. Un conjunto de esculturas se organiza en el espacio de la sala como un gran organismo que respira a través de arterias de hierro y cobre. Así se conecta esta particular comunidad en obediente y atenta formación, ante la presencia dominante de un horno de barro transfigurado en feroz figura antropomorfa, que es escoltada por dos imponentes estructuras industriales que remiten a antenas citadas y paneles solares. Una energía que circula, entre lo industrial y lo sagrado, en el barrio portuario de La Boca, con sus silos y sus abandonos, sus tanques y sus ecos, convierte el paisaje urbano en rostro arqueológico.
El adobe, el barro, los metales componen estas formas que se organizan para hacernos parte de una situación subyugante y en movimiento, una historia que se va definiendo por las transformaciones tecnológicas y la resistencia...originaria, que tracciona nuestro presente. El humo, el movimiento y el calor dan cuenta de la inhalación y exhalación que reafirma que estas formas están vivas, respirando, resistiendo. Chaile actúa como antropólogo, reconociendo los cambios intrínsecos en la superficie de los objetos y pone en evidencia sus historias para torcer su destino al descontextualizarlos y desviarlos de su curso “natural”.
Entrada actualizada el el 05 jun de 2019
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