The Leibniz series es una serie de pinturas configurada por una parte física (pinturas I, II y III) y una parte digital (pintura IV)
I Las obras físicas
La filosofía de G.W. Leibniz es una notoria influencia en la cosmovisión de Girbent. No en vano, a la hora de realizar esta serie de pinturas, el artista parece inspirarse en la idea leibniziana de empedrado, de mosaico, esto es, del mundo entendido como un laberinto de continuidad en el que lo más lleno es el equivalente perfecto de lo más bello y de lo más complejo... un mundo entendido como un entramado que ha sido elegido como el mejor porque es el que presenta menos huecos, menos resquicios. En consecuencia, Girbent renuncia a los pinceles y utiliza herramientas más de albañil que de pintor para crear sus entramados de materia y color, que posteriormente trabaja tapando resquicios, minimizando huecos...
Lo que aparece: una superficie...pictórica que es una suntuosa acumulación de pliegues y repliegues, de materia exultante que exhibe sin recato su intrínseca sensualidad, su inherente potencial expresivo (un potencial independiente de la voluntad y la determinación del artista, devenido en esta ocas1on mero instrumento: un medio para la expresión del material, y no a la inversa).
Hay en estas obras una infinitud de vetas de color en cada gesto, en cada trazo... mundos en cada pequeño fragmento de materia: una recursión vertiginosa que parece apuntar hacia lo infinitesimal.
El campo de materia trenzada que constituye cada obra es un campo de fuerzas: fuerzas leibnizianas, fuerzas barrocas...
Girbent pinta estas obras en una sola jornada, a lo largo de una intensa sesión en la que algo aparece abruptamente donde no había nada. El blanco virgen del soporte bien podría leerse como un campo abierto a infinitas posibilidades, de las que una sola pasará de la potencia al acto, de lo virtual posible a una existencia real... una única combinación de elementos devenida inapelable singularidad: una impactante presencia física, encarnación de un acontecimiento intempestivo, único e irrepetible.
II La obra virtual
Las reflexiones acerca del concepto de originalidad (y en concreto las reflexiones acerca de la dicotomía original/copia) han sido una constante en la trayectoria de Girbent. Con esta serie de pinturas, Girbent realiza un gesto decisivo: traspasa una de las cuatro obras que la configuran del mundo real al mundo digital... y lo hace desplazando de un lado a otro de la frontera que delimita ambos mundos el sello que determina como original una obra de arte.
Este paso de la pintura IV de un ámbito a otro -paso que implica el radical cambio de estatus ontológico de la obra- es garantizado por la utilización de NFT (Tokens no fungibles) que transforman el archivo digital en un elemento único, indivisible e irrepetible... un paso sellado a continuación con la destrucción de la pintura física en el mundo real.
Lo que ha sucedido no es baladí: el acontecimiento encarnado que era la pintura IV (ya inexistente como ente físico) ha devenido imagen para pasar a existir en otro universo: un universo paralelo plano sin referencias espaciales... pero lo ha hecho llevándose consigo la categoría de obra única e irrepetible propia del original pintado.
Desde la esfera inicial (y virtual) de las puras posibilidades, cuatro de ellas devienen -Girbent mediante- acontecimientos pintados en la esfera real... posteriormente, una de estas cuatro singularidades pasa a existir como entidad intangible en un tercer universo, el digital...
Un mundo virtual de infinitas posibilidades pujando por pasar a la existencia, el paso de cuatro de ellas al mundo fenoménico, el ulterior paso de una de estas a un mundo digital de dos dimensiones... no descartemos la posibilidad de que el mismísimo Leibniz pudiera mostrarse interesado por esta propuesta a él dedicada.
Entrada actualizada el el 09 sep de 2021
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