Un cuerpo tiembla, y nos mueve. Quizás si aprendemos a no pararlo, sino a apoyarnos en él, y descubrir desde ese tremor un movimiento nuevo, entonces todos los cuerpos temblaremos juntos, y no habrá una sola manera de hacerlo. Queremos buscar formas de apoyarnos que se den a través del hacer, del probar, del intentar, del imitar, del acompañar, del invitar, del acoger, moviéndonos desde muy dentro hasta muy fuera y al revés, para convivir con el temblor, para hacernos fuertes desde nuestro temblor.
A diario experimentamos temblores que sufrimos como humanos, como trabajadoras precarias, como seres que aman a otros seres, como cuerpos que reaccionan al frío del invierno. El temblor aparece en el centro mismo de lo que una es y se hace evidente en lo que haces, en la voz, en las manos, en ese estar fuera de tu voluntad.
Para entender o probar este temblor proponemos una cotidianeidad...semanal, un espacio que siempre exista mientras estemos allí, regular y seguro, un espacio donde siempre poder volver. Cada semana, el día que decidamos, lo pasaremos poniendo el cuerpo y preguntándonos cómo estar juntas con todas las que puedan y quieran unirse. Una práctica semanal, colectiva y performativa para que las preguntas puedan volverse acciones, para mover la incertidumbre, hacerla temblar.
Entrada actualizada el el 18 ene de 2022
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