En su trabajo reciente Jaime Tarazona se desliga del monolito presente en su obra anterior para continuar su exploración de la modernidad a partir de un estudio de las aves, una metodología de observación que plantea una pregunta sobre la evolución de la imagen en relación con nuestro deseo de representar lo intangible. Así, la mirada a los pájaros, la apropiación de la iconografía que se asocia a su representación y el análisis en detalle de su capacidad de vuelo busca hacer visible, desde lo plástico, esa pulsión de energía propia de los seres vivos.
El barrido fotográfico le permite al artista inmortalizar las aves mientras están en el aire, traduciendo el movimiento del vuelo a un gesto fugaz que contrasta con la infinitud del fondo. El uso del negativo como medio se presta para hablar de una estética de lo invisible, en donde la mancha blanca y los matices de...gris dan cuenta de aquella chispa de vitalidad que, irónicamente, solo percibimos cuando estamos frente a una imagen inanimada que logra contenerla.
Las siluetas en sus collages se articulan como dispositivos visuales que representan la presencia en la ausencia, lo que permite evocar al ave desde sus características esenciales, esas que nos resultan conocidas pese a la abstracción del detalle. Si bien el contorno de cada una de las especies es ahora una sombra negra, los picos, plumas y cabezas reducidas a líneas y curvas reconocen la existencia de una representación, lo que posibilita su reconstrucción desde el imaginario del observador.
Entrada actualizada el el 12 jun de 2018
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