Escribir sobre la obra de terceras personas es un ejercicio tan arriesgado como potencialmente interesante. Obligarse a observar dicha obra, buscando descubrir los matices y aciertos que la hacen reveladora y única, es quizás el punto más valioso de este ejercicio. En la obra que Alejandra Baltazares presenta en el Centro Cultural Border hay mucho de matices y aciertos provocados tras un proceso de investigación y producción de 6 años que hoy culmina.

No es lo mismo observar una fotografía de una uña inmaculadamente pintada sobre fondo blanco y encuadre simétrico, que enfrentar una fotografía de una uña despintada sobre fondo blanco y encuadre simétrico. Esta variante, que viene a mi cabeza cuando busco en las fotografías que componen la serie 'Manicure', no creo que estuviese entre las opciones descartadas por la artista. Posiblemente Alejandra quería retratar la belleza en diálogo con lo imperfecto acentuando la ... sublimación de lo real, por el mero hecho de serlo.

Cuando en Bolivia la artista fotografía los peinados realizados por 'Pippo' el famoso estilista de los concursos de belleza, no parecía buscar la angustia de tan magno evento ni la ansiedad que éste generaba en sus protagonistas. Si no, tendríamos una fotografía frontal en primer plano de una aspirante tan tensa como bella. Los peinados que conforman la serie presentada no fueron hechos en una reina boliviana, si no en la propia artista quien encarna el personaje arquetípico como parte de su proceso de investigación. Realizado el peinado, la artista registra la acción privilegiando el objeto resultante, ensalzando el recogido del pelo y obviando el rostro, centrándose en la belleza implícita en el juego de líneas, brillos y volúmenes revelando una composición arquitectónica e ignorando la parafernalia kitsch que puede llegar a contextualizar el arreglo.

Al visionar el video encuentro una propuesta acorde con el tratamiento de las dos series fotográficas. Al ritmo de la sensual melodía de 'Je t´aime, moi non plus' de Gainsbourg, la pieza muestra las manos de un cirujano moldeando y buscando un nuevo volúmen para el pecho de una paciente. El lenguaje audiovisual, encuadres cerrados, iluminación focal y edición lineal, describen la acción como un proceso de búsqueda del objeto bello desde la construcción escultórica basada en cánones clásicos.

La obra de Alejandra Baltazares no es una apología del papel de la mujer como agente estético, tampoco es una crítica a las exigencias del guión social. La obra de Alejandra profundiza en los procesos cotidianos de generación de belleza, narrados desde la materia prima y obedeciendo a lo que ésta dicta desde su propia estética. Independientemente de que el resultado de aplicar dichos materiales o recursos en determinada persona sea socialmente consensuado como bello o no bello, la artista revela que el mismo proceso, el ritual en sí, contiene belleza por el mero hecho de buscar evocarla.