Vivo sobreexponiendo mi mirada con la suya, a veces pisando su sombra, queriendo, de lo cerca que estoy. Le veo alzar su cámara una y otra vez, siempre presta a obtener su presa, de aquello que no deja de ser el ensayo de una obra todavía por estrenar.

Oigo la sutileza del disparo en el preciso momento con el ángulo adecuado.

Muchas apreciaciones surgen cuando recibes el encargo de comisariar la exposición de Feliciano López Pastor, en el Centro Nacional de Fotografía de Torrelavega, porque pasas a convertirte en un sabueso como él, rastreando la estela y el olor de las imágenes cien veces disparadas.

Lo más sorprendente es la respuesta de ... Feliciano López Pastor, cuando acomete la no siempre fácil tarea de decir o contar algo nuevo, la no siempre fácil tarea de trabajar con una herramienta nueva, (imagen digital) y con el color como propuesta-respuesta al envite fotográfico.

Y emprende esta nueva aventura, después de estar curtido en mil batallas, habiendo reducido a los haluros de plata en su más fiel aliado

Lo nuevo siempre es como volver a la infancia y con él y su cámara me siento niño, disfruto con cada nuevo disparo igual que 'él' disfrutaba con su revólver de seis disparos, donde pone el ojo pone la bala.

Feliciano dispara a todo o casi todo, lo encontrado y lo inesperado, este nuevo trabajo es continuación de los ya expuesto y publicados HOMOPOLIS, La Habana, Oporto, Elche y ahora Torrelavega, hay matices que solo son apreciables si le sigues sin ser descubierto, sin que tu presencia incomode, prescinde en muchos casos del personaje habitual en sus imágenes (inyectándole a la ciudad vida con su presencia), salvo en aquellos lapsos donde busca refugio en la seguridad del éxito siempre obtenido y con cargo a su conciencia.

Pero todo en él es nuevo y así hay que mirar este trabajo, con el ojo del niño que por primera vez descubre al Feliciano-Miro.

La dirección de esta muestra-libro ha sido una experiencia nueva y a la vez gratificante y se entiende aun más como son los artistas y como se comportan sin ser conscientes de que viven en un mundo diferente.