Conocí a Pedro Cano, una tarde primaveral. Le visite en Blanca (Murcia), su pueblo natal, con motivo de una entrevista y un reportaje para un programa de televisión. Años después repetimos en su otra residencia, en Anguilara (Roma). En ambos casos, intervino mi estimado amigo, Biel Roca. Desde el primer instante de conversación, uno advierte que se enfrenta a un ser tolerante, respetuoso, inteligente, con infinidad de gestos enigmáticos y recursos filosóficos. Parece que guarda en el bolsillo una página de respuestas para cada pregunta.

Aquellas horas pasaron intensas, repasando parte de sus recuerdos de infancia, de su gente, de sus viajes, de su etapa en Nueva York y evidentemente de Italia. Caminamos por su huerta murciana, entre hileras de naranjos. Pedro se detenía de vez en cuando y nos hablaba de la seducción olfativa que produce el aroma de la flor de azahar. Se expande por las ... venas y el cerebro.

En Anguilara, donde la vida es tan plácida que el tiempo reduce parte de su morfología, nos mostró lienzos trabajados en óleo que iban a servir para una próxima exposición. Como motivo de esos grandes formatos, gentes que se alejaban y a los que no se les distingue el rostro. Gentes que pasan inadvertidas por nuestro lado, con sus problemas, sus cestas de la compra, su bicicleta cargada al hombro y con las que jamás cruzaremos una sola palabra.

De entre sus cajones sacó unas acuarelas que guarda como un tesoro y que nunca ha expuesto en público. Recuerdo que me acerque a la ventana y mis ojos se perdieron tras las alas de una gaviota que volaba hacia las láminas del lago, en el que ante una deslumbrante e inmensa luz dorada, nos habíamos bañado el día anterior.

...Después de unos años de la emisión de aquellos programas de televisión, todavía hay mucha gente que me pregunta por aquel señor. Era Pedro, Pedro Cano.

Que gratificante me resulta saber que en una Nit de l'Art de Palma, está presente parte de su obra más significativa. Que la pintura en toda su pureza espiritual, se exhibe en la Galería Fran Reus, en la noche artística más extraordinaria del año, para la capital de Mallorca y para sus ciudadanos.

La expresión, el lenguaje del trazo, la emotividad, la narrativa prístina compuesta sin palabras, la personalidad, las tonalidades de sus acuarelas líricas, decidle, ponedle el nombre, escoged el adjetivo que más os guste.

A mí, y en este caso, a los neoconservadores de la plástica más futurista, a los de célula irreversible, permitidme que goce del placer onírico de reconocer el arte, en su representación más humilde.

La naturaleza, madre de las otras madres, desfila constantemente con sus mejores galas. Pedro le pone sus vestidos de vestir desnuda.