Descripción de la Exposición
I am a painter
don't tell me what to paint I will paint flowers if I want I will paint dead bodies if I want
(I am not a writer so tell me what to write about, I will write about this artists if you want, I will say whatever I want about them if I want...)
Alguien dijo alguna vez que le gustaba ver los dibujos animados del primer Mickey Mouse porque resolvían transformaciones y cambios en el cuerpo del ratón totalmente imposibles. Tirándole de la cola se le hacía pequeña la cabeza, su cuerpo al calor podía volverse un charco de tinta, incluso las notas que salían de su boca podían volverse objetos con los que interactuar… El salto del cómic a la imagen-movimiento liberó los delirios físicamente absurdos de los dibujantes de cómic.
El imaginario visual de estos procesos ha contaminado en cierto modo la producción de algunos artistas de esta exposición. En la pintura de Juan de Dios Morenilla (a partir de ahora Juande) una mano se vuelve protagonista. Una mano que se retuerce como una forma plástica que recuerda al óleo que sale del tubo. Estas formas “plasticosas” sin forma definida flotan sobre un mundo pintado, con una textura de fondo estático de película de dibujos animados de serie B. Para Gilles Deleuze el deseo tiene una forma de masa viscosa que se iba postrando sobre el objeto deseado. Las formas que copan los lienzos de Juande devuelven esa imagen. Sin embargo, estas formas ocultan el objeto de deseo detrás de una realidad fluida, viscosa y precaria que deja pintar pero no desear más allá de la propia realidad de la Pintura.
Juande congela la reproducción de sus películas en una serie de escenas que acaban por salirse del marco del lienzo. Del mismo modo en el que Bugs Bunny conoce a Michel Jordan en Space Jam (y no de la expansión de los campos de color de Àngela de la Cruz). El personaje una mano, sea tal vez, una cita al propio proceso pictórico, tal vez, una ironía sobre quien es la gregaria anónima de cualquier pintora o pintor… Acaso sabemos como era la mano de Albert Oehlen o Georgia O'Keeffe? La mano que pinta se vuelve objeto representado (la agencia representada). Una mano irónica, con una textura creepy, que apela a lo que Freud conceptualizó como Umheimlich (1). Una mano que te conmueve y a la vez te extraña como lo hacía el mayordomo de la Familia Adams. Una cita a lo extraño, y a quien resuelve la acción de servir en última instancia. Poner a la mano de protagonista y borrar quien la domina es hablar de los agentes subalternos de cualquier sistema de producción.
“Bald before rich (2) pero no como Steve Jobs o Lebron James”.
“Pinocho me dijo alguna vez que la forma del éxito del arte es la Pintura. Esto me lo contó mientras nos fumábamos un puro y nuestras orejas se volvían peludas y puntiagudas”.
Esto nunca me lo ha dicho Jan pero es algo que leo en sus piezas. En las pinturas del artista catalán hay todo un lenguaje propio que parte de una autocrítica y un cinismo que golpea desde la superficie de sus lienzos algunas profundidades del sistema del arte. La Pintura (tal vez) se entendió en un primer momento para el artista como un espacio de libertad, lúdico y subjetivo que con el paso del tiempo se ha convertido en un campo de batalla violento, áspero y precario. Jan trabaja desde una posición metalingüística sobre su sistema de producción que a su vez destila una autoreferencialidad que le apela como individuo en el mundo. La Pintura en los últimos períodos de la historia del arte se ha querido autónoma, autoreferencial e independiente pero cae muchas veces en el peligro de olvidar al o la agente que le da forma. Este aislamiento produce todo un sistema precario que suele esconder detrás de un teatro del éxito una gran oscuridad precaria revestida de colores y formas estéticas.
Hay poca pintura en el pinzel de Jan. Las obras del artista están lejos de esos impastos de la pintura postimpresionista de galería decimonónica que anhela a Sorolla y piensa a Pinazo. “El óleo es más caro que la compra que hago el lunes en el Dia” esto tampoco me lo ha dicho Jan pero es algo que destila su carga matérica. Sin embargo, más allá de lo que yo pueda entender o querer leer de su textura plástica, la carga de pintura devuelve una imagen frágil. Las capas de las obras conectan con una genealogía del cómic de los años sesenta pero con un lenguaje y una ironía mucho más contemporánea. Algo así como unas texturas de los sesenta completadas con el humor de la cultura del meme de internet. Un meme con reminiscencias de cómic, un lenguaje propio que creció con una imagen-movimiento (los dibujos animados) que leyó (tal vez) algunos cómics y que en su adolescencia se volvió un nativo digital. Esta mezcla anacrónica y que conjuga diferentes estadios de la imagen se deja entrever de una manera velada en las obras de Jan Monclús.
Todo lo aquí presente guarda una relación con lenguajes y mundos imaginarios que parten del tiempo de la imagen-movimiento. Hay un cambio repentino en el ritmo cuando enfocas la vista hacia las piezas de Victoria Iranzo. La imagen se detiene y desaparecen los personajes para que el escenario (que en las obras de Juande y Jan no tenían el foco) pase al primer plano. En otro proceso, parecido al de las manos de Juande, el espacio como objeto subalterno se vuelve protagonista. Las obras de Victoria Iranzo retuercen la imagen con diferentes lenguajes. Sus pinturas son el pliegue de diferentes capas donde los escenarios representados presentaban identidades diferentes. En un primer estadio de la imagen, los escenarios de la artista son una proyección mental construida a partir de un mundo particular con su propia simbología. Estas proyecciones adquieren una identidad tangible con la construcción de unas maquetas que serán la estructura de su último estado: la representación pictórica.
Alguien dijo alguna vez que la obra de Victoria partía de una proceso de cartografía de un mundo imaginario. Este ejercicio me parece problemático y me parece que la representación espacial siempre impone una única imagen. Existe siempre cierto misterio que nunca se descubre en las representaciones de lo real. Las representaciones como traducción siempre esconden o presentan una pérdida, las obras de Victoria Iranzo generan un deseo por descubrir que hay más allá de la representación de ese mundo, cómo continúa ese escenario fuera del límite del cuadro y que seguramente es infinito en su estadio mental. Algo que también me generan las escenas detenidas de Juande, donde empieza y donde acaban estos escenarios, que hay oculto en los límites del lienzo y cómo estas formas misteriosas se vuelven objeto fuera del marco plástico. Tal vez, esto haya sido siempre un dilema propio de la pintura que no deja volver como un fantasma cotidiano. Romper la representación, para volver a la primera proyección mental dejando que la pintura aborde los límites de su propia idiosincrasia. Mirando las piezas de los tres artistas algo me dice que existe una necesidad de apelar a lo extradiagético que incluso acaba apelando a la situación emocional, profesional o afectiva de la y el mismo artista.
Carles Àngel Saurí.
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1 E. del Autor: por Umheimlich se entiende aquello que está fuera del hogar que genera una inquietante extrañeza porque no nos devuelve una imagen reconocible. Una sensación que vaga entre lo espantoso y lo siniestro.
2 T del Autor: (cepeda) calvo antes que rico
Exposición. 19 jul de 2019 - 01 oct de 2019 / Galería Punto / Valencia, España
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