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Caminos particulares los aquí descritos, marcados por dos ríos que en su madurez se confunden creando esa ambigua sensación de identidades, que aún hoy se puede seguir investigando. Sin duda, la mejor manera de conocerlos es efectuando el recorrido en el que el explorador se deja llevar por un minucioso mirar a medida que va efectuando el trayecto. José Luis Ramírez ha tomado su cámara y en su tipo de exploración no ha pretendido aclarar ningún secreto o redefinir ninguna situación, pero sí en cambio percibir una realidad íntimamente. A la manera en que el río fluye han fluido sus pasos y, a lo largo de la orilla del mismo, ha observado y ha meditado.

De vez en cuando ha observado más atentamente porque su sensibilidad se lo exigía y, entonces, ha mirado a través del objetivo de la cámara y ha producido una instantánea ... que nos ofrece como testimonio de ese momento. Así se han ido sucediendo a lo largo del recorrido las diversas secuencias que resultan de aquellas paradas cuyos puntos de vista merecían para el autor plasmarse en una imagen. Sucesión de imágenes que, al igual que las perlas de un collar, se engarzan aquí reconstituyendo la totalidad de un trayecto que quiere mostrarnos como tal.

Es así como el autor puntúa su propio recorrido traduciéndolo en un tiempo de otra naturaleza como es el de las imágenes que nos presenta. Tiempo condensado, sin su espesor real, que nos invita a soñar pero también a vivirlo en su dimensión verdadera.. Podremos además experimentarlo y a lo largo de nuestro propio recorrido, encontrar dentro del mapa de imágenes que José Luis Ramírez nos propone, otras facetas y enfoques en los que nuestro imaginario pueda complacerse.

El fotógrafo nos muestra la manera en que una simple mirada pueda convertirse en descubrimiento. Nos pertenece a nosotros la reflexión sobre nuestro propio entorno y entender que alguno de esos pequeños trozos de naturaleza están tan próximos que alguien nos los tenía que mostrar para que los pudiéramos reconocer. Es otra cara de la medalla que José Luis Ramírez está acostumbrado a mostrarnos, como si pretendiera decirnos que es necesaria como un antídoto para el entorno de lo cotidiano, y que basta con mirar para encontrarlo.

Las fotos resultan de un trayecto realizado y meditado pero debemos interpretarlas como la invitación a un recorrido que nosotros mismos deberemos de realizar. Verificar dichas imágenes por medio de un reencuentro con el paisaje real para decirnos a nosotros mismos que son posibles y necesarias.